De joven, Aurelia subía y bajaba los escalones de su calle de dos en dos. Pero el tiempo pasa. Ahora tiene 80 años y se ayuda para caminar de un andador. Desde hace unos meses, tiene que acudir tres días a la semana al hospital de Dénia a diálisis. Esta anciana vivía enclaustrada en su casa, ya que los peldaños de su calle, Sant Roc, situada en el cogollo del centro histórico de Calp, le impedían salir más allá del portal de casa. Su marido, Manuel, que falleció hace 13 días, le llegó a pedir a cuatro alcaldes que hicieran una rampa. Por fin el Ayuntamiento se ha decidido.

Este martes Aurelia vivió el calvario de siempre. El sanitario de la ambulancia la bajó en una silla plegable (normalmente echa una mano uno de los hijos de la anciana) hasta el rellano final de la calle. El enfermero la volvió a ayudar a subir en una camilla. La ambulancia la trasladó al hospital de Dénia. El calvario de las escaleras se había convertido en rutina.

Sin embargo, al regresar horas después a casa, todo fue más fácil. Las brigadas municipales y una empresa especializada habían instalado una rampa de alumino. Salva los diez escalones que llevan hasta la vivienda. A Aurelia todavía tiene que ayudarle uno de sus hijos a subir y bajar con su silla de ruedas la rampa. Pero ya es otra cosa.

«Ya era hora», dijo ayer su hijo, Manuel. «Mi padre pidió la rampa a cuatro alcaldes. Antes de morir sabía que se haría. Le mostraron un proyecto de obra. Al final, han instalado una de aluminio y no la ha llegado a ver», explicó.

Manuel acudió a la casa familiar ayer a las 19 horas. Su madre salió poco a poco. Fuera, su hijo la esperaba con la silla de ruedas eléctrica. La bajó por las escaleras en un pispás. «Tengo que bajarla de espaldas. Nos han comentado que así es más seguro». Llevó a su madre a la iglesia de la Mare de Déu de les Neus. La familia asistió a una misa en recuerdo de Manuel padre.

«Estamos contentos, claro. Pero sí lamentamos un poco no haber tenido antes la rampa. Mi padre podría haber sacado a pasear a mi madre», señaló el hijo. Una vecina también se acercó y recordó lo que ha luchado la familia por hacer la calle accesible.

Aurelia acepta que con la rampa salir de casa para ir a la diálisis ya no será cada día un suplicio. Pero ella lo que no se quita de la cabeza es «lo aprisa que se ha ido» su marido. «El mundo se ha oscurecido», afirma. Manuel Muñoz Heredia, su esposo, nunca había estado enfermo. Su muerte, a los 76 años, causó gran consternación en Calp. Era una persona muy querida y ocupaba el cargo de patrón mayor honorífico de la Hermandad del Cristo de los Gitanos.

Con todo, ir a diálisis al hospital de Dénia desde Calp sigue siendo complicado. Aurelia es la primera paciente que recoge la ambulancia y la última que vuelve a casa. Sale por la mañana y regresa por la tarde. Este municipio es el que más lejos está en la Marina Alta del hospital de Dénia.

El concejal de Calidad Urbana, Bernardo Moll, manifestó a este diario que con la rampa de aluminio se quiere facilitar la vida a esta anciana. La estructura es desmontable. Corrige el fallo de hace seis o siete años, cuando se remodeló esta calle y nadie pensó en eliminar las barreras arquitectónicas.