De tanto bucear para agarrar erizos y pulpos, a José Piera Puchol, El Pegolí, se le despertó el interés por la arqueología. Cada vez que metía la cabeza bajo el agua en el litoral de les Rotes de Dénia, encontraba pedazos de ánforas romanas. Toda la costa dianense es, de hecho, un gran yacimiento. El Pegolí (es un conocido hostelero de Dénia) también acudía al puerto a comprar a los pescadores las vasijas que atrapaban con sus redes. Así, fue reuniendo una importantísima colección de ánforas, cántaros y jarras, la mayoría de cronología romana republicana e imperial (del siglo V al III antes de Cristo).

Pepe Piera ha ido donando poco a poco esa colección al Museo Arqueológico de Dénia. En 1998, le entregó una valiosa ánfora massaliota (la Marsella griega), del siglo VI antes de Cristo.

Ahora ha donado dos cántaros de vino y dos grandes jarras de aceite del siglo XV (baja edad media), hallados en la costa de Dénia y que se modelaron en alfares de Paterna y Manises.

Pepe El Pegolí también se ha desprendido de un tesoro que esconde muchos enigmas. Este vecino halló hace 28 años, en una de sus inmersiones en les Rotes, una cabeza de mármol blanco de Carraracabeza de mármol blanco de Carrara. La ha mantenido hasta ahora guardada en su casa sin desvelar a casi nadie el hallazgo. Estaba convencido de que era de época romana.

«Esta pieza nos ha llevado de cabeza, y nunca mejor dicho, desde que la conocimos el pasado viernes», explicó ayer el arqueólogo y director del museo de Dénia, Josep A. Gisbert, que calificó la escultura de «excepcional y extraña». Tras consultar con expertos en arte, en iconografía y en escultura clásica, el arqueólogo concluye que la cabeza, que debió formar parte de un busto, no es romana, sino neoclásica. Su autor la esculpió entre 1780 y 1820.

En el cuello, están inscritas las iniciales «A. C.». Gisbert recordó que el escultor más notable de aquella época fue el italiano Antonio Canova. Pero esta obra es de traza más tosca que las esculturas de ese gran artista. «La factura descuidada y quizás inacabada no nos permite relacionarla con uno de los mejores escultores de aquellos tiempos», reflexionó.

Sin embargo, sí apuntó que el autor fue probablemente un escultor italiano o francés. Y, tras revisar los rasgos de otros bustos de aquella época, en la que Napoleón dominaba Europa, Gisbert observa que esta escultura le da un aire a tres gigantes del pensamiento y la historia: Voltaire, Montesquieu y al propio Bonaparte.