El calor del Estiuet de Sant Miquel, que ha llegado tras las lluvias de los primeros días de septiembre, ha dado alas al mosquito tigre. El molesto insecto vuelve a proliferar en los municipios de la Marina Alta. Los vecinos despiertan acribillados. Muchos acuden a los centros de salud al no poder soportar la comezón de la picadura. Con todo, la mayoría opta por pasarse por la farmacia y comprar repelentes y pomadas calmantes, productos que están en un tris de agotarse.

A los ayuntamientos les preocupa la fuerza que este verano ha tomado la plaga. El de Teulada ha vuelto a lanzar ahora una campaña de recomendaciones (son las sabidas de evitar estancamientos de agua) al tiempo que ha llevado a cabo tratamientos de cloración en las fuentes.

El concejal de Medio Ambiente de Dénia, Josep Crespo, explicó ayer que la empresa Lokimica, que lleva el control de plagas, está revisando cada semana los regachos y ha actuado en los colegios antes de iniciarse el curso.

Crespo expresó reticencias a fumigar. También las comparte la edil de Sanidad de Xàbia, Pepa Gisbert. Ambos coinciden en que a la larga esa opción no es efectiva. Se acaba con los mosquitos, pero las larvas resisten y la plaga vuelve a surgir. El concejal dianense dijo que está atento a las experiencias pilotos (uso de feromonas) que para combatir el mosquito tigre están aplicando varios ayuntamientos. «Este problema del mosquito tigre nos ha pillado por sorpresa», admitió Crespo.

La edil de Xàbia subrayó que esta especie vive en las casas y se reproduce «incluso en pequeños ceniceros con agua». Incidió en que para evitar los focos de cría es fundamental la colaboración de los vecinos.