Adela, una residente suiza que vive en la Lloma del Castañar de Dénia desde hace 20 años, se asoma a los grandes ventanales de su casa y descubre un paisaje diametralmente cambiado. Donde reinaba el verde, ahora sólo se ve cenizas. «Estábamos en casa de unos amigos, en Marquesa (otra parte del Montgó), cuando nos avisaron de que nuestra urbanización estaba ardiendo», explicó ayer a este diario. Señaló, al mismo tiempo, las cristaleras de su casa resquebrajadas por el fuego y su jardín totalmente arrasado. «Antes me asomaba a la ventana y veía el mar y un paisaje increíble y verde y ahora sólo veo el infierno». Su casa tiene una vista privilegiada a la ladera sin urbanizar de la Torre del Gerro. Esa ladera ha quedado totalmente ennegrecida. «Pero, la verdad, es que el incendio de 1999 todavía fue peor, ya que el fuego incluso entró dentro de la casa», admite.

Esta vecina compartió ayer la misma incertidumbre que los 1.800 residentes de Dénia y Xàbia que fueron desalojados de sus casas por este incendio. Al volver, no sabían qué se iban a encontrar. Ninguna casa acabó reducida a cenizas. Pero sí quedaron rodeadas por un paisaje desértico. En les Planes de Xàbia y en la Lloma del Castañar y la Torre del Gerro ardieron jardines, techados, cobertizos y setos. «Esto antes era un paraíso y ahora dan ganas de salir corriendo», comentó Vicent, un residente de la Plana. «Pero quienes vivimos aquí somos un punto obstinados y ya mismo vamos a empezar a arreglar los daños», indicó.

Un comentario generalizado entre los vecinos, sobre todo los de la Plana, era que la montaña estaba demasiado repleta de maleza. «Sabemos que vivimos en un parque natural, pero no entendemos que casi ni nos permitan retirar los arbustos de nuestras parcelas. Este desastre se veía venir», apuntó Juanvi, otro residente de la Plana.

Siete religiosas y el Santísimo

Entre los desalojados, estaban las siete religiosas de la congregación de Santa María del Corazón de Jesús que viven en el monasterio de la Plana de Xàbia. Salieron, ante la proximidad del fuego, por piernas. «Salimos corriendo hacia la parroquia del Loreto con el Santísimo, porque no nos dio tiempo a coger nada más».

Problemas para amerizar en los puertos

Los medios aéreos no dejaron de hacer ayer descargas para, primero, apagar el frente que amenazaba las urbanizaciones del cabo de Sant Antoni y, después, refrescar toda la superficie afectada por el incendio. Pero hubo sus más y sus menos. Los air tractor anfibios, que no pueden recargar en mar abierto, sino dentro de una dársena, empezaron a amerizar en el puerto de Dénia (el de Xàbia es demasiado pequeño). Sin embargo, alguien del puerto denegó el permiso. Y las avionetas tuvieron que irse más lejos, al pantano de Beniarrés. Refrescar la zona quemada era básico para que los rescoldos, todavía ayer humeantes, no se avivaran.