E l 25 de abril de 1707 algo cambió para siempre. Aquel día, las tropas del futuro Felipe V vencieron a las del archiduque Carlos y variaron el curso de la Guerra de Sucesión, al posibilitar el paso de los borbones a las tierras valencianas. Este conflicto, que tuvo dimensiones internacionales, comenzó tras la muerte del último rey austria-español, Carlos II, en 1700 y concluyó en 1714 con la conquista de Barcelona y la victoria definitiva del bando borbón.

Y, como la historia la escriben los vencedores, 300 años después, nos llega una perspectiva histórica - tanto de los textos de la época como de estudios posteriores - moldeada a gusto de los borbones y en la que se margina en cambio el ideario austracista, a pesar del control que ejercieron los hombres del archiduque en todo el territorio de la Corona de Aragón. Y, quizás también por eso, Dénia tampoco aparece en muchas referencias historiográficas sobre la guerra - ni siquiera en las más actuales - a pesar de que, sin caer en localismos exagerados, la capital de la Marina Alta tuvo un importante protagonismo en el conflicto: fue la primera ciudad del territorio aragonés que proclamó rey al archiduque Carlos.

Lo hizo en verano de 1705, cuando parte de una escuadra angloholandesa amarró en la costa y sus soldados desembarcaron en la ciudad al mando de Joan Bautista Basset. Según la historiografía borbónica, aquello fue una capitulación. Sin embargo, para el director del Museo Etnográfico, Josep Antonio Gisbert, «había razones muy concretas que explicaban porqué en Dénia ya había con anterioridad un pensamiento austracista: el descontento económico y social de la zona tras la II Germanía».

La propia crónica de la llegada de las tropas austracista a la ciudad, el 18 de agosto de 1705, realizada por el propio bando del archiduque y, por lo tanto tampoco es subjetiva, no habla precisamente de una Dénia resignada sino casi eufórica. Así lo proclama en el lenguaje de la época: «Quando el dia 17 de agosto, por la mañana vieron que una esquadra de navios, compuesta de 7 de guerra, y 2 balandras, se acercò al Puerto, y despues de ancorada, hizo salvá a la tierra con 7 cañonazos, para que entendieran sus moradores, que ya tenian la libertad en sus manos, para poder explicar y manifestar sus coraçones. A vista de esta demostracion, convocò la Ciudad a sus Nobles Ciudadanos, para ver que resolucion se savia de tomar, à que conformes todos acordaron que respondiese à la salva con dos tiros mas».

El archiduque quiso recompensar esa fidelidad. En otro escrito de 1706, conservado en el archivo de Valencia, el que se postuló para la historia sin conseguirlo como Carlos III concede a Dénia el tratamiento de ilustre, el mismo privilegio del que ya gozaban Xàtiva y Alicante. También le da nuevos recursos para el castillo, tras calificar a la ciudad como «llave del reino». Aparte de los textos - muchos de ellos conservados en la iglesia de l$27Assumció - , ¿qué más nos ha llegado de aquellos momentos anteriores a la batalla de Almansa, cuando Dénia era un baluarte de los austracistas que aún confiaba en la victoria Según Gisbert, en primer lugar, los paisajes: muchas zonas de la ciudad albergan restos del conflicto. Es el caso del centro histórico - en el Loreto han aparecido bolas de cañón cercanas a la calle La Bretxa, denominada así por el boquete que durante uno de los sitios a la ciudad abrieron las tropas borbónicas en la muralla; o del castillo, por supuesto, baluarte de defensa de la población que fue fortificado durante la guerra y donde también han aparecido restos de municiones; o del entorno de la ciudad, donde hubo movimientos de tropas y trincheras, como se aprecia en el plano inferior.

Y, junto a los lugares comunes, hay un héroe, Basset, el gran comandante de la primera fase de la guerra, muy vinculado a Dénia. «Los valencianos necesitamos héroes y por costumbre no valoramos los pocos que hemos tenido». Basset junto a Gisbert forman la cara del instante más esperanzador de aquel período, antes de la derrota en Almansa.