La Marina Alta, tras reventar la burbuja inmobiliaria, quedó salpicada de promociones por acabar y abandonadas que, en apenas dos o tres años, ya amenazan ruina. La crisis hace que todo envejezca más aprisa. El urbanismo de no hace mucho se ha convertido en un vestigio. Además de un gran parque de viviendas sin vender, la especulación ha dejado como herencia un puñado de inmuebles ruinosos.

Ahora, en el centro urbano de Xàbia, la Policía Local ha tenido que precintar una finca de nueva planta que se cae a trozos. El edificio no ha llegado a estrenarse. La promotora acabó los pisos y los vendió, pero las familias nunca los habitaron. Es una finca nueva, pero ahora rodeada de vallas. De su fachada se desprenden piedrecitas.

En realidad, esta finca sí ha tenido un vecino. Fue un anciano que no se resignó a quedarse sin la vivienda en la que había invertido los ahorros de toda una vida. Manuel Mir, un «jubilado mileurista», denunció por estafa a la inmobiliaria. Eso tras una odisea de ocho años. Primero protestó todos los días, durante cuatro meses, en la puerta de la agencia. También acudió al juzgado para que diera validez a la compra de su piso. La hizo sobre plano y pagó de entrada 32.000 euros. Depositó en el juzgado otros 35.000 en concepto de pago. Pero, entre medias, la finca pasó a manos de una entidad bancaria. Este jubilado llegó a entrar en su piso, pero no tenía ni luz ni agua ni cédula de habitabilidad. Era imposible vivir allí.

Al final, la finca lleva tres años vacía y cerrada. Ahora, para colmo, está precintada por desprendimientos. Va camino de convertirse en una ruina. El Ayuntamiento deberá ahora buscar al propietario (el banco que la embargó) y exigirle que repare la fachada. Otro galimatías.

No es, desde luego, la única promoción que se ha quedado por acabar en pleno centro de un pueblo de la Marina Alta. En Dénia, hace dos semanas, se desmontó una grúa de un edificio del que sólo se construyeron los cimientos y poco más. La grúa llevaba allí seis años. Las vallas que cierran esa obra paralizada, que está en la calle La Vía, no han impedido que se llene de basura.

Mientras, en Teulada, un tramo de calle está cerrado y sin urbanizar. Los pisos se quedaron a medio construir. La Policía recibe a menudo avisos de que por allí merodean ladrones de cobre.

De hecho, las obras sin acabar son objeto de pillaje. El deterioro también pasa factura. Las fincas vacías y sin acabar se desgastan a toda máquina.