Guerra en Ucrania

Las autoridades rusas detienen a periodistas rusos

Hacer periodismo en Rusia desde 2022 se ha convertido en algo mucho más difícil que antes de que empezara la guerra

El presidente de Rusia, Vladimir Putin.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin. / EFE

Àlex Bustos

Este domingo se supo que Serguéi Karelin, periodista que ha trabajado con Associated Press y la alemana Deutsche Welle, fue detenido en Murmansk, al norte de Rusia. Se suma al arresto de Konstantin Gabov, el productor de la agencia de noticias Reuters el pasado sábado. Algunos medios rusos señalan que ambos estarían acusados de haber colaborado con el Fondo contra la Corrupción (organización del opositor ruso Aleksei Navalni, tildada de extremista por las autoridades rusas y conocida como FBK en ruso). El pasado viernes fue el turno de Serguéi Mingazov, de la revista económica Forbes, al que se le acusa de desacreditar al ejército ruso por haber compartido textos que culpaban a Rusia de la matanza de Bucha en Ucrania.

El periodista Dimitri Kolezev, etiquetado como agente extranjero por las autoridades rusas, en su canal de Telegram señala que esto sería “una campaña evidente para buscar a periodistas que hicieron el material que el FBK usó en sus materiales”. Remarca que últimamente parece que “las fuerzas de seguridad se hicieron más activas en todos los frentes”. Por el llamado “caso FBK” ya se detuvo a más de 50 personas, entre ellas la periodista Antonina Favorskaya, detenida en prisión preventiva. 

Clima hostil

Rusia antes de la guerra rusoucraniana que empezó 2022 no era el país más amigable con la prensa. Aún y así, la presión ha aumentado exponencialmente, algo evidenciado con la detención en 2023 de 34 periodistas en toda Rusia. Entre ellos están el estadounidense Evan Gershkovich del 'Wall Street Journal', y Alsu Kurmasheva, reportera rusa-estadounidense de Radio Liberty-Radio Free Europe, que siguen a día de hoy en prisión preventiva. Gershkovich recibió este mismo miércoles una negativa a su apelación judicial tras más de un año en la cárcel de Lefortovo, en Moscú. Las autoridades no han presentado ninguna prueba de forma pública para apoyar la detención del periodista.

En 2022 hubo además numerosas fugas y cierrres de medios independientes como Novaya Gazeta, Eco de Moscú, Mediazona y Dozhd, que se vieron obligados a irse al extranjero para poder operar libremente, principalmente de los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania). Algunos de ellos están además marcados como agentes extranjeros y/o organización indeseable, una etiqueta con una obvia connotación negativa que debe ponerse en cualquier contenido que publiquen si no quieren exponerse a multas y otros castigos. La segunda además castiga penalmente a cualquier ciudadano que colabore con dicha entidad.

Salir del país no exime de poder ser perseguido por estos delitos. Es el caso de Dimitri Gudkov, un exdiputado de la Dima rusa, juzgado en asentía y tildado también de agente extranjero. Él ha señalado en su canal de Telegram que incluso en la era soviética las agencias de noticias extranjeras como “Reuters y Associated Press no se tocaron ni siquiera durante los años soviéticos. Y ahora se detuvo a dos de sus periodistas supuestamente por conexiones con el FBK”. Añadió con sarcasmo que “el régimen de Putin superó incluso a la Unión Soviética, sin duda un éxito”. A otros periodistas en el exilio como Ilia Krasilshchik o Masha Gessen se les ha abierto casos penales en Rusia por haber “desacreditado” al ejército ruso.