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Entrevista con Aleida Quintana - Defensora de DDHH

"La trata de mujeres es un negocio muy beneficioso para gobiernos y cárteles"

Defensora de Derechos Humanos, Aleida Quintana ha tenido que refugiarse en España de la mano de Amnistía Internacional tras denunciar las desapariciones y violaciones de mujeres que se producen en su país

Aleida Quintana, en el centro, reivindicando los derechos de las mujeres.

Aunque denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo conlleve jugarse su propia vida, Aleida Quintana lo tiene claro. Semejante riesgo merece la pena con tan sólo hallar a una desaparecida aún con vida. Esta joven antropóloga mexicana de 31 años, activista y defensora de los derechos humanos, ha tenido que huir de su país tras las agresiones sufridas por hacer pública una base de datos que ha elaborado contabilizando los feminicidios cometidos en el Estado de Querétaro. Y es que cada día, en México, alerta, son asesinadas 7 mujeres y 19 personas desaparecen.

-¿Tiene familiares o amigas cercanas que han sufrido en su propia piel algún tipo de violencia?

-Sí. Lo he vivido de cerca y conforme han ido pasando los años es más cercano a mí. Tengo amigas a las que intentaron secuestrar o incluso que fueron asesinadas. Familiares, compañeros de la universidad, profesores, vecinos... han recurrido a mí para pedirme ayuda.

-¿Cómo explica la violencia contra las mujeres que sacude México?

-Desde hace mucho tiempo, México vive un contexto de conflicto interno que es reconocido en 2006, cuando el presidente en ese entonces, Felipe Calderón, anunció la guerra contra el narcotráfico. Y aunque después se negó la existencia de tal situación, en el día a día, estábamos viviendo en un contexto muy hostil.

Esta joven mexicana antropóloga social elabora una base de datos de mujeres desaparecidas y fundó la organización T'ek'ei, Grup Interdisciplinario por la Equidad. Tras ser amenazada y agredida, huyó de su país en marzo de 2018 de la mano de Amnistía Internacional.

-¿Qué papel juegan los cárteles en estos feminicidios?

-Uno de los conflictos es el que se estaba dando entre los diferentes cárteles del narcotráfico (que en 2006 eran 46 y para finales de 2016 más de 80), que entre ellos pelean por ganar territorio y tener mayor control de venta de drogas, armas y trata de personas. También con los grupos de autodefensa popular constituidos por civiles armados que toman las armas para defenderse de los ataques de los cárteles. Y por otro lado hay violencia de Estado también, además de una violencia económica terrible contra el pueblo mexicano.

-¿Por qué las mujeres son protagonistas de estas dolorosas estadísticas?

-De la venta de drogas y de armas se habla mucho, pero la trata de personas parece que es un tema imposible de tocar en cualquier país ya que es un delito internacional. Se trata de un negocio muy beneficioso para los gobiernos y para los diferentes cárteles del narcotráfico y este delito recae con mayor frecuencia en las mujeres.

"En México se producen 7 feminicidios diarios y el 90% de ellos, sean del tipo que sean, quedan en total impunidad"

Aleida Quintana - Activista por los Derechos Humanos

-¿Y qué hay de la violencia machista?

-También existe. Porque ya no es sólo que te agredan, sino que el estrés que provoca vivir en una situación de violencia de Estado genera también que se replique esa violencia en el área doméstica. Así, encontramos a muchas mujeres desplazadas a causa de la violencia pero que además están viviendo violencia en el interior de sus casas. Y cuando intentan poner una denuncia por violencia doméstica son revictimizadas por los servidores públicos, son agredidas, amenazadas... Encontramos a mujeres que intentaron denunciar esa violencia y que posteriormente fueron asesinadas. En México se producen 7 feminicidios diarios y el 90% de ellos, sean del tipo que sean, quedan en total impunidad.

-¿Es cada vez más difícil ser mujer en México?

-Sí, especialmente mujer pobre, indígena o migrante. Son muchas las centroamericanas en tránsito por México que también están siendo violadas, han desaparecido o han sido asesinadas en México y nadie está hablando de ellas. Las condiciones de un contexto como el que está ocurriendo en México hacen cada vez más difícil la vida de las mujeres.

-¿Qué le parece que en series como la del cantante Luis Miguel, se trate el tema de la desaparición de su madre, Marcela? ¿Cree que es útil para visibilizar este problema?

-No la he visto, pero lo que sí observo es que las series, como por ejemplo Narcos, de Netflix, lo que hacen es visibilizar algo que está ocurriendo, como es el tema de las desapariciones de mujeres, pero también lo normalizan. Creo que es un arma de doble filo.

-¿De qué forma empezó a involucrarse de forma activa en la defensa de los derechos de las mujeres?

-A partir de 2013, cuando se hizo público el caso de 43 niñas que habían desaparecido y nadie sabía dónde estaban. Me alarmé mucho. Ya sabíamos lo que estaba pasando al norte del país con las muertas de Juárez y los medios de comunicación no estaban diciendo nada. En la organización en la que yo trabajaba hicimos un encuentro al que asistieron más familiares de otras desaparecidas y fue cuando me di cuenta de que la gravedad era mayor de lo que en un principio pensé. Y no fue hasta ese momento cuando comencé a comprender el contexto bajo el que se estaban dando estas desapariciones masivas de mujeres, no sólo en Querétaro sino en todo el país, y el grado de violencia que se estaba ejerciendo contra ellas y sus cuerpos.

-¿Fue entonces cuando comenzó a trabajar con las familias de las desaparecidas?

-Sí, empecé a realizar labores de acompañamiento y a elaborar bases de datos de familias de personas desaparecidas, de víctimas de la trata de personas, de feminicidios, de explotación sexual, de trabajo forzado, de asesinatos a sueldo, de mendicidad y de matrimonio forzado.

-¿Siente que su trabajo ha servido para algo?

-Sí. Comenzamos a ejercer presión a las autoridades para que las buscaran de forma inmediata y no como se venía dando, porque les pedían esperar 72 horas para iniciar una denuncia. Así dimos con la localización de muchas mujeres con vida que pudieron narrarnos lo que habían vivido. Por esta labor ha recibido amenazas e incluso ha sufrido agresiones físicas.

-¿Ha podido identificar quién estaba detrás?

-Al descubrir que había cárteles del narcotráfico y autoridades de todos los niveles involucrados en esas desapariciones, en esas mujeres que estaban siendo explotadas o asesinadas, comencé a ser agredida por esas mismas personas. Los victimarios de otras fueron después mis victimarios también.

Las primeras amenazas que recibí fueron por parte de servidores públicos de primer nivel del Estado de Querétaro. En las reuniones a las que me citaron me amenazaron de muerte, de desaparición y de tortura sexual. Me pedían no difundir estas cifras a cambio de seguridad, dinero, trabajo... Pero seguí ofreciendo el acompañamiento y haciendo las bases de datos y seguí difundiendo los casos. A esas amenazas se sumaron amenazas vía telefónica, mensajes de texto, redes sociales...

Hubo robo de documentos e información sensible sobre las víctimas. También campañas de difamación iniciadas por estos servidores públicos en medios de comunicación en los que se me acusaba de ser esquizofrénica, de querer causar paranoia en la población, de inflar las cifras, de agredir a familiares de personas desaparecidas, de frustrar investigaciones... Todo ello alejaba a las familias a las que yo estaba acompañando, que dejaban de ejercer presión sobre las autoridades. Esta estrategia les funcionó a las autoridades muy bien durante mucho tiempo.

Aleida Quintana ayuda a las mujeres mexicanas a conocer el paradero de sus familiares desaparecidos.

-Hasta el punto de que llegó a temer por su vida.

-Sí, fui objeto de una vigilancia que comenzó en 2013 por parte de un hombre que me siguió todo el tiempo hasta 2017. Entonces me asignaron el acompañamiento de escoltas activado a través del mecanismo de Protección de personas defensoras de derechos humanos y periodistas en México. Pero aun con escoltas, no cesaron las agresiones. Por eso, hace poco más de un año, me desplacé internamente para resguardarme. Me fui al sur del país y al mes comencé a sufrir vigilancia nuevamente y el 12 de enero me agredieron físicamente. Iba yo caminando rumbo a la organización en la que trabajaba y el copiloto de una furgoneta que pasaba sacó un tubo por la ventana y me golpéo por la espalda.

"Conozco el caso de La Manada y siento que es una falta de comprensión y sensibilidad por parte de quienes están procurando y administrando Justicia en España"

Aleida Quintana - Activista por los Derechos Humanos

-Ahora que se encuentra acogida en España de la mano del programa de protección de Amnistía Internacional, ¿tiene miedo?

-Desde que llegué a España el pasado 29 de marzo me siento más protegida y más libre, al menos en cuanto a poder caminar con tranquilidad por la calle, que era algo que no hacía desde hace mucho tiempo en México. Aunque el miedo siempre está ahí, por mí y por mi familia que se quedó allí.

-¿Encuentra similitudes con los casos que se producen en España?

-Conozco el caso de La Manada y es un caso grave donde se normalizó por completo y donde era lamentable escuchar los comentarios que la gente hacía de esta joven, cómo los focos se centraron en que ella después de ser violada podía andar por la vida como si nada. Y siento que es una falta de comprensión y sensibilidad por parte de quienes están procurando y administrando Justicia en España, no sólo para la vida de una joven española que fue agredida sexualmente, sino también para el resto de mujeres. ¿Qué mensaje están enviando, no solamente a esa joven y a su familia, sino al resto de mujeres, seamos españolas o no? Un mensaje de unidad con otros gobiernos y con otros hombres que tampoco quieren reconocer que están ejerciendo violencia y que lo que están haciendo es también violencia a través de sus discursos, que intentan normalizar y opacar lo que las mujeres estamos exigiendo en las calles.

-¿Cómo debiéramos combatir esta lacra global?

-Yo creo que abriendo los espacios para la participación de las mujeres, porque no se puede combatir esta violencia sin escuchar a las mujeres, pero escucharlas realmente, también a las víctimas. Tiene que haber una participación plena y efectiva de las mujeres y que nuestras necesidades se vean reflejadas en las leyes. Y también siento que en el lenguaje hay un ocultamiento y creo que se tiene que empezar por ahí, por nombrar las cosas como son y ser más sensibles a las necesidades de las mujeres.

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