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Las raíces del conflicto

Venezuela, crónica del fracaso del 'socialismo del siglo XXI'

La deriva política y económica que empezó con Chávez se acentuó con Maduro, coinciden los analistas

Hugo Chávez y Nicolás Maduro, en una imagen del año 2011. REUTERS

El 2 de febrero de 1999, hace ahora justo dos décadas, el comandante Hugo Chávez tomaba el poder en Venezuela después de vencer en las elecciones presidenciales de diciembre del año anterior. En una Venezuela donde la división social y la brecha económica no dejaba de ensancharse, el ascenso de Chávez llevó la ilusión a los sectores más desfavorecidos, los que apenas veían los frutos de la fortaleza del negocio petrolero. Veinte años después, los expertos y las estadísticas de diversas procedencias constatan el fracaso del socialismo del siglo XXI, el manual teórico en el que se inspiró el militar para gobernar.

"La Venezuela prechavista era un país dividido y con graves problemas económicos. Apareció un Mesías y el pueblo votó por él, creyendo que era un nuevo Simón Bolívar. Pero el socialismo del siglo XXI ha impedido que Venezuela entrara en el siglo XXI", resume José Luis Villegas, investigador de la Cátedra América Latina de la Universidad Pontificia de Comillas. Muy crítico con el régimen de Nicolás Maduro, considera que en estos veinte años el chavismo "ha desmantelado el estado democrático y ha establecido un estado totalitario" basado en el modelo del socialismo cubano.

El programa ideológico de Chávez se englobaba en el 'socialismo del siglo XXI', un concepto formulado por el sociólogo alemán afincado en México Heinz Dieterich Sttefan y que trata de adaptar el marxismo al mundo postsoviético. Chávez añadió características propias, basadas en el bolivarianismo

Venezuela comenzó a captar la atención de la industria petrolera a partir de mediados de los 70, cuando la decisión de los países árabes de cortar el suministro de crudo a Occidente por su apoyo a Israel en la guerra del Yom Kippur hizo virar el foco del negocio. Sin embargo, las exportaciones no frenaron la desigualdad y las tensiones sociales. En 1992, Hugo Chávez, influido por una amalgama de las ideas del libertador Bolívar y de la izquierda marxista, dio un fallido golpe de Estado. Siete años después accedió al poder por vías democráticas. Desde el principio, Chávez asentó la fortaleza del régimen en el poder del ejército y la alianza sentimental entre él y las clases populares del país. Y con el petróleo como combustible económico. Hasta que la nueva crisis del crudo, hace una década, golpeó duramente a Venezuela.

"En los primeros años de Chávez, cuando los precios del petróleo eran altos, se produjeron avances y se pusieron en marcha reformas, pero hubo una malversación a la hora de repartir esa riqueza", dice Anna Ayuso, investigadora del Centro de Estudios Internacionales de Barcelona

Foto: CIDOB

"En los primeros años de Chávez, cuando los precios del petróleo eran altos, se produjeron avances y se pusieron en marcha reformas, pero hubo una malversación a la hora de repartir esa riqueza, porque se destinó a comprar fidelidades. Hoy en día muy pocos se benefician de ella", explica Anna Ayuso, investigadora principal del Centro de Estudios Internacionales de Barcelona (CIDOB). "El deterioro empezó con Chávez y se acentuó con Maduro", añade.

Para Ayuso, la situación que se vive ahora es de "crisis humanitaria", sobre todo en aspectos relativos a nutrición y salud. La ONU lo ha certificado en los últimos años. El país ha caído 17 puestos en el Índice de Desarrollo Humano en los últimos cinco años "especialmente por la caída de ingresos", señaló Naciones Unidas el pasado mes de septiembre. Pero no solo lo constatan indicadores exteriores. Hace ahora un año, cuando no había estallado la actual crisis, la Encuesta sobre Condiciones de Vida, realizada por las principales universidades del país subrayó que el 61,2% de los venezolanos se encontraba en situación de pobreza extrema. "En los últimos cinco años se ha producido un cataclismo en Venezuela, la economía es un completo caos", indica Villegas.

El autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó. Reuters

La muerte de Chávez en 2013 y su sucesión al frente del país por su delfín, Nicolás Maduro, dejó al descubierto los graves déficits democráticos que se habían manifestado en los últimos años de la presidencia del primero, con frecuentes acusaciones de fraude electoral por parte de una oposición a la que su fragmentación interna también ha dañado. "Maduro no tiene el liderazgo que tenía Chávez. Cuando accedió al poder tuvo que negociar con todos los sectores del ejército. Así, los distintos grupos del poder militar se repartieron el petróleo, las explotaciones mineras y el comercio de alimentos", destaca Ayuso. Estados Unidos cree que esas no son las únicas áreas de negocio en la que está implicado el ejército. Existen varias acusaciones en curso que vinculan al régimen con el narcotráfico.

"Pienso que por parte de Estados Unidos no habrá una intervención militar, son términos malditos en América Latina", dice José Luis Villegas, investigador de la Cátedra América Latina de la Universidad de Comillas

Foto: José Ángel Molina / Universidad de Comillas

¿Qué puede ocurrir a partir de ahora? "Es muy difícil predecir lo que va a pasar. Venezuela es una dictadura y lo que busca la comunidad internacional es que Maduro abandone de forma voluntaria el poder. Va a ser una carrera de resistencia. Pienso que no habrá una intervención militar, son términos malditos en América Latina", dice José Luis Villegas en alusión al papel de Estados Unidos en la región en las décadas de los 70 y los 80. El investigador de la Universidad de Comillas desacredita las tesis de quienes creen que el interés de Washington en Venezuela se vincula al petróleo. "Si ese fuera su interés, ya habrían intervenido en Venezuela hace muchos años. Lo que está sobre la mesa ahora es una cuestión de democracia. El debate exterior sobre lo que pasa en el país se está tergiversando en función de la ideología política", explica. Para Anna Ayuso, Estados Unidos no necesita el petróleo de Venezuela, pero sí se siente cada vez más molesto ante la creciente presencia de China y Rusia en Latinoamérica. El reposicionamiento de Washington ante la crisis venezolana no se hubiera producido, resalta, si no se hubieran dado los cambios en los gobiernos de Brasil y Argentina, países antaño colaboradores con Chávez por su sintonía ideológica y dirigidos ahora por fuerzas conservadoras.

Los desencantados con Maduro, los que apoyaron a Chávez hasta que comenzaron a desconfiar de su autoritarismo, no han cesado de crecer, pero la clave decisiva está en el ejército. "La idea es fracturar la unidad de la cúpula militar", subraya el investigador de la Universidad de Comillas. La analista del CIDOB incide en esta misma idea: "Guaidó está intentando convencer a un sector de la alta jerarquía militar y de rangos intermedios para que se aparte de Maduro. Les promete la amnistía, pero para ellos no es suficiente porque necesitan garantías de que van a seguir controlando sus negocios. Y, a su vez, Maduro también intenta atraerlos a su lado". Como resume Villegas, "estamos ante una partida de ajedrez".

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