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«La intolerancia vuelve a ser la Marca Europa»

«La extrema derecha alienta la islamofobia, el antisemitismo y la xenofobia en el viejo continente; me preocupa la deriva que se está instalando»

«La intolerancia vuelve a ser la Marca Europa»

«La intolerancia vuelve a ser la Marca Europa, cuyos temores respecto a Turquía son infundados», se defiende contundente Ömer Önhon, embajador turco en España, muy preocupado por «los brotes de xenofobia, antisemitismo e islamofobia alentados por la extrema derecha en el viejo continente».

Önhon es un firme partidario de «quitar la careta a los integrantes de FETÖ», la organización a la que acusa de estar detrás del fallido golpe de Estado contra el Gobierno de Tayyip Erdogan del que se cumplen justo dos años y que ha supuesto una purga sin precedentes entre los funcionarios públicos, jueces y periodistas. Erdogan no sólo ha acorralado a sus adversarios sino que acaba de ganar con holgura las elecciones del pasado mes de junio ante la inquietud de Bruselas temerosa de que la nación se convierta en una autocracia tan represiva que de al traste con el país moderno, democrático y laico fundado en 1918 por Mustafa Kemal Atatürk. «Que nadie se preocupe. Erdogan garantiza el espíritu que Atatürk ideó para nuestra república», zanja Önhon.

Erdogan «ha conseguido el apoyo del 52,6 por ciento de los votantes», esgrime al defender las medidas impulsadas por su amigo y presidente que ha reformado la Constitución, previa celebración de un controvertido referéndum, para acaparar todos los poderes y controlar incluso a los jueces encargados de llevar a miles de ciudadanos a prisión en estos dos años. «Tuvimos que reaccionar para proteger a la población con cambios constitucionales», se justifica este experto en asuntos de Oriente Medio y África. Erdogan, prosigue, «sólo se encargará de que el Gobierno funcione de forma más efectiva», insiste antes de negar la mayor cuando se le cuestiona la actual injerencia del presidente en la justicia. «En Turquía hay separación de poderes», proclama irritado con los que acusan al súperpresidente de no cejar en su pulso contra los jueces independientes.

Ni la devaluación de la lira turca frente al dólar y al euro ni la galopante inflación que azota al país ha perjudicado a Erdogan en estas elecciones en las que logró un respaldo suficiente para evitar una segunda vuelta. «Los turcos han hablado claramente a través de las urnas», responde para acallar a la Unión Europea, a la que afea «un trato poco objetivo» hacia Turquía que intenta sin éxito desde 2005 ser miembro de pleno derecho de la UE. «Parece que hay países a los que les interesa que no estemos en Europa», insinúa al apuntar directamente a Austria como uno de los principales responsables de que su nación haya dejado incluso de ser invitada a las cumbres europeas a las que acudía hasta no hace mucho.

«Me preocupa la deriva que se está instalando en Europa», reflexiona sobre la xenofobia, el antisemitismo y la islamofobia que brotan, alentados por partidos de extrema derecha. «La intolerancia vuelve a ser la Marca de Europa», repite. Y frente a la inestabilidad europea, el embajador exhibe la apuesta de su país, con una posición geoestratégica vital, por negociar tanto con europeos como con estadounidenses, rusos, iraníes o chinos.

«Con Rusia e Irán compartimos la visión de lo que hay que hacer en Siria pero estamos en contra de la ocupación rusa de Crimea y no comulgamos con todo lo que hace el gobierno iraní», expone Önhon quien antes de llegar a Madrid fue embajador en Siria y ve lejana una solución pacífica para este país que se desangra desde hace siete años en una cruenta guerra civil. «Bashar Al Asad sigue masacrando a su pueblo», denuncia sin reparos.

Mucho más comprensivo es con su presidente que ha arrestado o quitado el trabajo a miles de personas desde aquel 16 de julio de 2016. «Estamos hablando de gente que estuvo implicada directamente en el golpe de Estado y otros estaban vinculados a FËTO», argumenta sin dudarlo. Y justifica el elevado número de arrestados en las purgas del todopoderoso presidente. «Es una organización muy peligrosa, fanática y ligada a los independentistas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)», insiste. Mientras la oposición denuncia que entre las víctimas de las purgas más que terroristas lo que hay son simples críticos con la política del presidente, Önhon culpa a FËTO de difundir estas acusaciones, niega que Turquía tenga hoy el triste honor de ser el país del mundo con más periodistas encarcelados.

Y reclama a Europa apoyo para luchar contra el terrorismo, una mirada objetiva sobre lo que sucedió hace dos años y que cumpla las promesas hechas en marzo de 2016 para atajar la crisis de la inmigración que ha convertido a Turquía en el país con más refugiados del mundo, la mayoría de ellos, más de tres millones, sirios. No ve ningún tipo de parecido entre el presidente norteamericano, Donald Trump, y Erdogan por haber puesto los dos a sus yernos en cargos clave de sus respectivos gobiernos.

El yernísimo turco se ocupará ahora de las Finanzas y el Tesoro como ministro para tratar de rebajar la inflación y frenar la devaluación de la moneda. «Han sido elegidas las mejores personas posibles» argumenta el diplomático.

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