Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Niñas soldado y la difícil vuelta a casa

Hay muchas heridas que sanar y muchas niñas han sido comandantes y para ellas la vuelta a casa no puede limitarse a volver a patrones de sometimiento y discriminación

Hoy 12 de febrero es el Día Internacional contra el uso de niños soldado. Durante muchos años la definición de niños soldado se centraba en los varones. Sin embargo, los organismos humanitarios nos dicen que alrededor del 40 % de los menores que siguen a los ejércitos (sin ser familiares de un miembro de los mismos) son niñas. Y no considerarlas como soldados suponía que se las privaba de la protección internacional que se daba a estos menores durante y después del conflicto.

Hasta 1997, la idea que se tenía de niño soldado era aquel que se encontraba vinculado al ejército o fuerzas armadas regulares o irregulares de un país en conflicto y que llevaba a cabo acciones directas de combate, pero también labores de apoyo o de adiestramiento de los compañeros. Sin embargo, en este año se consensúa una definición más amplia que incluye a muchas niñas vinculadas al ejército y que hasta entonces eran invisibles: «Un niño soldado es toda persona menor de 18 años de edad que forma parte de cualquier fuerza armada regular o irregular en la capacidad que sea, lo que comprende, entre otros, cocineros, porteadores, mensajeros o cualquiera que acompañe a dichos grupos, salvo los familiares. La definición incluye a las niñas reclutadas con fines sexuales y para matrimonios forzados». Esta última frase es clave para incluir a muchas niñas que antes no recibían la protección internacional.

Aunque su consideración como soldados les facilitó, en teoría, acceder a, por ejemplo, proyectos de reinserción, muy pocas niñas pueden beneficiarse de estos proyectos y, entre las que lo hacen, el fracaso es la norma y la reinserción es la excepción. Cuando se exige para entrar en un programa de desmovilización la entrega de las armas, muchas niñas quedan fuera, pues sus funciones no eran de combate ni tenían arma siquiera para defenderse. Cuando se pone en un mismo programa y entorno físico a captores y esclavas sexuales, a comandantes y sus adolescentes mujeres o a agresores y víctimas, la salida del proyecto es la única posibilidad de no mantener esta situación. Pero no quieren volver al ejército ni están preparadas para volver a casa€ Mal futuro para estas niñas.

Cuando en los proyectos de reinserción no se tiene en cuenta la presencia de niñas y se forma a los participantes para ser herreros, mecánicos€ las mujeres tienen poco que hacer, porque normalmente no son trabajos que se les permitirá hacer a ellas en la sociedad cuando acabe el proceso. Pero tampoco es solución centrarse exclusivamente en dotarlas de habilidades como peluquería o corte y confección. Hay muchas heridas que sanar y muchas niñas han sido comandantes y para ellas la vuelta a casa no puede limitarse a volver a patrones de sometimiento y discriminación. De hecho, sería desperdiciar las habilidades que han adquirido en el campo de batalla y pueden servirles para convertirse en líderes sociales y activos agentes de desarrollo.

A diferencia de lo que pasa con los varones, salvo en los casos en los que el reclutamiento haya impuesto actos de violencia contra los suyos o sus comunidades, las niñas soldado no son bien recibidas en sus hogares. Se las considera promiscuas y violentas y, si la familia pone dificultades, el ostracismo al que son sometidas en la sociedad es insoportable. La cosa se pone peor si las niñas vienen con cicatrices de guerra, tanto físicas como psicológicas. Nada peor que venir embarazada. Tan grave es la situación que muchas prefieren volver al combate, con sus maridos o protectores y otras se suicidan o entran en el mundo de las bandas y la prostitución.

No es de extrañar que las Naciones Unidas y las ONGs supliquen a la comunidad internacional medios, pero sobre todo ideas, proyectos específicos para unas niñas que son víctimas durante y después del conflicto. No nos olvidemos de ellas, no las volvamos invisibles, no permitamos que sigan expuestas al dolor y al sufrimiento en momentos en los que se habla del futuro, de la paz, la reconciliación, la reconstrucción, del perdón€ ¿Para todos menos para ellas?

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats