Ha sido el Washington Post el que nos ha despertado con este titular. Trump triunfa. Dos palabras que constituyen el mejor relato corto de los últimos tiempos en Estados Unidos. Porque lo que aquí ha triunfado ha sido una campaña nada convencional en sus mensajes y un modo de entender el largo camino hacia la Casa Blanca de la manera menos convencional posible.

De nada ha valido el apoyo de los Obama, ni la pasarela de estrellas deportivas que han apoyado a la candidata demócrata. Al final, Trump ha ganado las Elecciones y será el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos, sucediendo a Barack Obama. Alguien lo explicó entrada la noche: "después del yes, we can, el yes, I want", pues eso.

Los peores presagios de Hillary Clinton se hicieron realidad a última hora de la noche en Estados Unidos. Justo cuando España saboreaba el primer café de la mañana. Fue entonces, cuando Donald Trump consumó su particular ´sorpasso´ al established system y alcanzó los números que le convertirán en el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos.

Por circunstancias de la vida fundamentadas en la vocación política, tuve la oportunidad de seguir los días previos a los comicios y la propia jornada electoral en Estados Unidos. Concretamente, en Washington, donde ha ganado Hillary. Y exactamente en la sede de la Organización de Estados Americanos.

Y, desde que pisé suelo americano, percibí una sensación distinta a la que traía de España. Es verdad que en Estados Unidos nadie se atrevía a apostar por un triunfador claro, pero también lo es que en la atmósfera que rodea los partidos se percibía un cierto optimismo mundo entre los partidarios de Trump y un pesimismo silencioso en el entorno de los que estaban con Hillary.

Una sensación que me acompañó durante las jornadas que siguieron a esa. Y que se hizo casi fatalmente insoportable en las horas de las votaciones. Curiosamente, es a Hillary a quien una parte del electorado percibe más distante. Tampoco, a decir de los expertos con los que he hablado, los latinos han estado con ella y sí con Trump.

En este sentido, Trump ha ganado porque ha generado una ilusión que ha movilizado a bolsas de electores tradicionalmente ajenas y, por el contrario de lo que se creía, no ha hecho desertar a los votantes tradicionales republicanos a pesar de todos los pesares. Y Hillary ha perdido, entre otros factores, porque le ha faltado proximidad y frescura. Eso sí, ninguno de los dos ha logrado conectar con los jóvenes con los que tan buena relación mantuvo Obama.

Cuando escribo estas líneas, sobre otras hilvanadas durante la noche, la sensación en las calles es extraña. El especular escenario pre electoral ha dado paso a una imagen distinta, de expectación ante lo que vendrá, una cierta incertidumbre que el candidato ganador quiso calmar anunciando que será el presidente de todos.

Algún periódico califica la campaña que concluyó de "traumática" y su final de impactante y sí, es cierto que existe una disimulada preocupación por la reacción de las bolsas en todo el planeta.

Mientras todo ello sucede en los centros de poder económico mundial, los viajeros accidentales que se congregan en las ciudades América viven en muchos casos sumergidos en un gran parque temático electoral y el españolito que sigue estas elecciones no puede evitar recordar la frase del Presidente Kennedy: "No os preguntéis que puede hacer vuestro país por vosotros. Preguntaos que podéis hacer vosotros por vuestro país". Esperemos que así sea porque el mundo entero lo va a necesitar.