Hace menos de un año, Bélgica presentaba los 50 nuevos efectivos de las fuerzas especiales de la policía federal. Con su ministro de Interior a la cabeza y sin embargo tras el ataque de sábado sus servicios de seguridad están en tela de juicio. Porque los hermanos El Bakraoui eran viejos conocidos de la policía.

Turquía asegura que en julio deportaron a Holanda a Ibrahim, el que se inmoló en el aeropuerto y avisaron a las autoridades belgas y holandesas de que posiblemente venía de Siria y de que era un combatiente pero es que además Ibrahim había incumplido la libertad condicional en Bélgica y tenía antecedentes por el uso de armas automáticas.

Críticas porque Salah Abdelslam, el huido de los atentados de París logró esconderse cuatro meses en el barrio de Molembek y fue capturado apenas a 400 metros de la casa de su familia porque las autoridades no controlan lo que pasa en ese barrio al que se considera ya el epicentro de la actividad yihadista en Europa y porque según un diario israelí el Mossad avisó a Bélgica de un inminente atentado y esa información señalaba directamente al aeropuerto. Y críticas también porque tras el ataque no han sido los servicios de información, sino el testimonio de un taxista el que ha dado con la pista para identificar a los autores.

Este jueves el ministro del Interior belga recibía la condolencia de sus homólogos europeos, y ha presentado su dimisión, también lo ha hecho el de Justicia. Por los errores, por las críticas pero el primer Ministro belga no ha aceptado.