Diez personas murieron y otras tres resultaron heridas hoy al estrellarse el avión militar Antonov-2 en el que viajaban en la localidad rumana de Tuzla, junto al Mar Negro, en el sureste del país.

Según informaron las autoridades rumanas, se trataba de un aparato pequeño que participaba en unas maniobras militares de paracaidismo, y que se precipitó poco después de despegar, provocando un incendio tras el impacto.

De los trece pasajeros, nueve eran militares de la Marina, y el resto pertenecían a la tripulación del aparato de fabricación soviética.

Las víctimas mortales quedaron carbonizadas por el fuego, mientras que los supervivientes consiguieron saltar antes de que el avión se estrellara.

Uno de los heridos se encuentra en coma, mientras que los otros dos sufren traumatismos múltiples por la violencia del golpe contra el suelo, aunque su vida no corre peligro.

"No quiero hacer especulaciones", declaró a los medios Marin Anton, secretario de Estado del ministerio de Transportes, la institución competente para investigar el accidente.

Por su parte, el ministro de Defensa, Gabriel Oprea, y el jefe del Estado Mayor, el Almirante Gheorghe Marin, lamentaron las muertes y transmitieron su pésame a las familias de los fallecidos.