Verde y Azul

La humanidad se confina, el planeta se recupera

Las restricciones a la movilidad frenan en seco la degradación de los ecosistemas y las emisiones atmosféricas. Los expertos temen que, una vez se supere la epidemia, el mundo occidental recupere su anterior ritmo de destrucción

Allí de donde se retira la mano del hombre, la naturaleza renace. Esta es la conclusión que puede extraerse del confinamiento por el Covid-19, una pandemia que representa una auténtica tragedia humana y económica, pero que ha abierto también un paréntesis en la destrucción del planeta en el que todos vivimos.

Ciudades como Madrid y Barcelona (por no hablar de China), con su cielo gris por la contaminación, han visto de repente cómo éste se volvía azul y podía respirarse una atmósfera inusualmente limpia. Son también ya conocidas las inauditas imágenes del agua transparente y con peces en los canales de Venecia, cuando habitualmente es un líquido marrón y opaco. Hay ánades y aves marinas paseando por las calles de ciudades costeras. Y las playas de Valencia, Ibiza, Vigo o Asturias, que ya estarían bastante concurridas a estas alturas del año, se muestran desiertas, sin turistas y con el aspecto de una costa salvaje, pobladas solo por gaviotas y otras aves marinas.

Imagen de una playa solitaria. | SHUTTERSTOCK

Bastaron solo unos pocos días para que la polución de las ciudades españolas cayeran en picado. El 23 de marzo, solo unos días después de haberse decretado el confinamiento, el departamento de Medio Ambiente de la Generalitat de Catalunya detectó que los niveles de CO2 de Barcelona se habían reducido hasta un 75% respecto a sus niveles habituales, mientras que el dióxido de nitrógeno había descendido entre un 70% y un 80%, respecto a los días anteriores a la crisis.

La misma tendencia se observó en Madrid, donde las autoridades municipales señalaron que los gases de efecto invernadero se redujeron en esos días una media de un 57%. Además, un estudio de la Universitat Politècnica de Valencia demostró que los cielos de España estaban de media un 64% más limpios. Barcelona, según ese estudio, perdió un 83% de su contaminación; Castelló, un 76% y Madrid, un 73%. En las semanas sucesivas, esta tendencia no ha hecho sino consolidarse, gracias a millones de coches que se han quedado aparcados y miles de industrias que han tenido que echar el cierre de forma temporal.

Contaminación por NO2 en Barcelona, Valencia y Madrid antes y después del confinamiento. | SENTINEL/NASA

Las entidades ecologistas han recordado que las emisiones a la atmósfera en las ciudades matan a miles de personas todos los años en España, desde hace décadas. La reducción de esas emisiones puede haber redundado, por tanto, en una mengua de esa mortalidad, que, no obstante, permanece sin ser cuantificada aún.

Miles de coches listos para embarcar en Sagunto; cada uno de ellos es una pequeña fuente de
contaminación de la atmósfera | AUTORIDAD PORTUARIA

En realidad, las primeras noticias en este sentido llegaron desde China, gracias a las imágenes por satélite, que ya en enero reflejaron cómo amplísimas zonas alrededor de Wuhan, tradicionalmente marcadas en color naranja por la intensa contaminación, aparecían limpias y despejadas tras el confinamiento. Según Carbon Track, durante el pico de la epidemia, las emisiones de gases de efecto invernadero en el conjunto de China bajaron un 25% y el país dejó de emitir 100 millones de toneladas de CO2.

La responsable del programa de Biodiversidad de Greenpeace en España, Pilar Marcos, explica que hay otros signos de recuperación ambiental, más allá del aire: «Como las enfermedades infecciosas están a menudo asociadas a animales, y uno de los problemas que tenemos es el tráfico de especies protegidas, el Covid-19 servirá para reducir ese tráfico ilegal. Incluso China ya ha anunciado restricciones en el consumo de algunos de estos animales», lo que aliviará la presión sobre estas especies.

La caída del turismo para este verano provocará una reducción drástica de los vertidos contaminantes al mar

Y ello, por no hablar del «impacto turístico sobre los espacios naturales, como es el caso de los fondeos marinos sobre praderas de posidonia», una presión que ha quedado totalmente anulada durante las últimas semanas. El biólogo marino Manu San Félix, autor de trabajos para National Geographic, recuerda que uno de los grandes problemas del litoral balear (como en otras partes de España) son los vertidos contaminantes al mar por una deficiente depuración de las aguas, sobre todo en temporada turística. «Si hay una población menor sobre las islas, los vertidos de aguas sin depurar o insuficientemente depuradas disminuirán, y eso implica menos patógenos en el agua, subida del nivel de oxígeno, incremento de la visibilidad… en conclusión, nuestras costas recuperarían parte del brillo y esplendor del pasado».

Ahora bien, la pregunta que se formulan los expertos y conservacionistas es: ¿Qué sucederá cuando todo vuelva a la normalidad? Pilar Marcos es pesimista, porque «con la anterior crisis, la de 2008, se vio que después se produjo una fuerte reactivación, lo que supuso un rodillo demoledor para el medio ambiente». Lo más probable, afirma, es que ahora vuelva a suceder lo mismo. «¿Cuántas veces tendremos que tropezar con la misma piedra? No lo sabemos aún», añade.

Sea como sea, la lucha contra el cambio climático ha encontrado, durante unas semanas, un inesperado aliado, aunque ha tenido que ser a costa del sufrimiento humano. El cese casi total de los vuelos comerciales en Europa (en dos semanas cayó más del 80%, según Eurocontrol), así como la suspensión de los grandes cruceros turísticos y el estacionamiento de millones de coches particulares ha ahorrado ingentes cantidades de gases contaminantes a la atmósfera. «Es un respiro para el planeta», coinciden los expertos consultados de forma unánime.

CO2: problema acumulativo

«La naturaleza nos ha puesto en nuestro sitio gracias a su entidad biológica más simple: un virus»
MANU SAN FÉLIX, BIÓLOGO MARINO

«Lo triste es que tenga que venir una crisis para reducir las emisiones»
DAMIÀ GOMIS, UNIVERSITAT DE LES ILLES BALEARS

Ahora bien, como advertía hace pocos días el director del Laboratorio Interdisciplinar sobre Cambio Climático de la Universitat de les Illes Balears, Damià Gomis, el parón económico no tendrá una gran incidencia sobre el cambio climático, globalmente considerado. «El problema del CO2 es que es acumulativo», señalaba, y la atmósfera lleva acumulando estos gases desde la Revolución Industrial del siglo XVIII. «Lo que afecta al clima no es tanto lo que emitimos en cada momento, sino lo que vamos acumulando en la atmósfera. Ahora, sencillamente estamos acumulando a un ritmo algo menor», advirtió.

Por ello, este es un frenazo «coyuntural» y en el momento en que se reanude la actividad económica todo seguirá «igual». «No hay medidas estructurales; lo triste es que tenga que venir una crisis para que las emisiones disminuyan», lamenta. Manu San Félix cree que el Covid-19 contiene un mensaje muy claro para la humanidad: «La naturaleza nos es está poniendo en nuestro sitio, y ello con su entidad biológica más simple, un virus, que no llega siquiera a la categoría de célula. Es solo un conjunto de proteínas con un trozo de genoma (RNA) y algo de grasa. Con tan poca cosa, nos está dando un jaque mate que nos pone en nuestro sitio y nos demuestra lo poco que somos en el Universo».

Joan Lluís Ferrer

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