El bautismo del fuego en Alicante es a edades muy tempranas. Cualquier padre que se precie lleva a sus hijos a ver las mascletàs de Luceros en cuanto puede. Es la esencia del ser alicantino. Eso no quita que se tomen las precauciones adecuadas: una distancia prudente a los fuegos, coger en brazos a la criatura para que no sienta la vibración y acoplarle unos auriculares que le protejan los oídos del maravilloso estrépito que se produce en Luceros.