Cada vez que publican un nuevo libro, o estrenan un película, novelistas y actores, suelen realizar un recorrido por los medios de comunicación para promocionar sus trabajos.

Quique el malo, se ha puesto a la faena, y tras sus declaraciones en INFORMACIÓN, ha girado visita a la Cope y a la Ser, para dar su relato, no tan solo de lo sucedido en estos últimos días, también para recordar lo fundamental que ha sido el en el Hércules, en el que dice haberse gastado más de 70 millones.

Se ha aprendido un guion, elaborado por sus asesores, con la posible colaboración de su gabinete de abogados, con el objetivo de dar a conocer su versión de los hechos, y lavar su degradada imagen pública. Promocionando que es gerundio.

Sin tregua, y antes de que le piten los oídos, nos traslada unos cuentos que suenan a rancio, a conocidos, a increíble pero mentira, a lo de siempre. Mi verdad os hará ganar, mi verdad os hará grandes. De la ley del silencio que se impuso, en los tiempos no tan lejanos que comenzó su travesía por los juzgados haciendo pactos con la fiscalía para evitar en lo posible penas privativas de libertad, ha vuelto a la actualidad en vivo y en directo.

Y como siempre no defrauda el personaje. Vende su libro como puede, un libro con renglones torcidos, hojas arrancadas y capítulos convertidos en pesadillas.

Con el desparpajo que le es característico afirma que en Alicante se siente querido. O su encuesta la hace entre los más allegados, amigos y amistades coyunturales, o le ha encargado a Tezanos una "ad hoc" que ni él mismo se cree.

Como tampoco es creíble la cifra que alegremente maneja de los mareantes millones que ha donado al Hércules. Si fuera verdad, aún con la nefasta gestión que ha llevado a cabo, el equipo no se encontraría en la situación de caos económico, social e institucional que se encuentra en la actualidad.

Quizás en esa contabilidad suya tan particular, donde el "quid pro quo" ocupa dimensiones de libro mayor, los números bailen siempre a su favor según la declaración la tenga que hacer ante Hacienda, instituciones, juzgados o afición.

Tampoco es verosímil historia alguna que cuente para salir airoso de una situación que tan solo él ha creado para desgracia del club que ha venido representado a nuestra ciudad casi cien años.

El historial de contradicciones y promesas incumplidas es tan amplio, tanto ante la sociedad alicantina como ante la la afición y sus representantes, peñas y otras asociaciones íntimamente relacionadas con la familia herculana, que ya casi nadie comparte sus relatos ni sus excusas de mal pagador.

Ahora resulta que no está dispuesto a vender, que todo quedó en un malentendido con Quique el bueno, que de nuevo abandona su alargada sombra cansado de incumplimientos y falsedades. Ni tampoco vale ya que ponga a Ramírez para recibir pelotazos como en un patio de colegio, no es el vasco responsable de la caótica situación, si acaso ha contribuido a ella como ya hiciera en su paso por tierras ilicitanas.

En el desideratum que son sus explicaciones tras la dimisión de Quique Hernández, afirma que nadie se ha interesado por el Hércules. Es la única parte verosímil de todo su amañado testimonio, en el que toma también el rol de funcionario que diera fe de lo expuesto en su discurso.

Primero porque no hay nadie en el mundillo del balompié que no conozca al ínclito y sus inclinaciones, que le llevaron a manchar la historia herculana con un más que posible amaño de partido en Irún. Y segundo porque los mismos tienen conciencia de que sus exigencias están tan alejadas de la realidad de lo que el mercado está dispuesto a valorar, que hacen de la contenida risa el factor común de cualquiera que estuviera interesado por la compra del Hércules.

Está dispuesto a morir matando, es lo único que se desprende de sus manifestaciones. Esto tiene muy difícil arreglo. La ruina está a la vuelta de la esquina.