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Las diferencias sobre el coste del nuevo técnico causaron el divorcio entre Ortiz y Quique

El dueño del Hércules le ofreció a Hernández la dirección deportiva, pero se negó a asumir los 160.000 euros netos que costaban el entrenador y su ayudante propuestos por el ya expresidente

Las diferencias sobre el coste del nuevo técnico causaron el divorcio entre Ortiz y Quique

El máximo accionista del Hércules Enrique Ortiz se empleó ayer a fondo para intentar sofocar el enésimo incendio declarado en el club tras la segunda dimisión de Quique Hernández como presidente, tres días después de que se frustrara la incorporación de Carmelo del Pozo como nuevo director deportivo. La renuncia del que también es el entrenador con más partidos en la historia del club se debió a la negativa de los dueños a aceptar la incorporación de un entrenador y su ayudante propuestos por Hernández al entender Ortiz y Juan Carlos Ramírez que los 160.000 euros netos anuales que pedían conjuntamente estos dos profesionales era demasiado «caro».

En el circo de varias pistas en que se ha convertido el Hércules a menos de dos años para su centenario, el dueño desde noviembre de 1999 aseguró en Radio Alicante que tras el fiasco de la «operación Del Pozo» le ofreció la dirección deportiva al propio Quique Hernández, que la aceptó inicialmente de buen grado. Sin embargo, las excesivas pretensiones del futuro entrenador y su ayudante (100.000 y 60.000 euros netos anuales, respectivamente) propuestos por el presidente saliente también dieron al traste con el fichaje de los dos técnicos, de los que ninguna de las partes quisieron revelar sus nombres.

El último encuentro entre Hernández y los dos accionistas de referencia tuvo lugar el pasado martes. En su versión de la reunión, Ortiz relata que tras el «no» de Del Pozo, tanto él como Ramírez le ofrecieron a Quique que asumiera la dirección deportiva y el expresidente lo vio con buenos ojos, pero propuso la llegada de un entrenador cuyas pretensiones económicas hicieron inviable su contratación. «Y ese creo que fue el detonante para que dejara el club», apostilló el propietario del club.

Por su parte, Quique Hernández explicó ayer a INFORMACIÓN que acudió a dos profesionales de «acreditada experiencia y conocimiento de la Segunda B» porque él «no estaba preparado para no fallar la próxima temporada, que será un año clave de reestructuración en la categoría y en la que el Hércules tiene que luchar con las máximas garantías para subir a Segunda A o, al menos, a la nueva Segunda B-Pro».

«Es un asunto de honestidad», recalcó el presidente dimisionario, que años atrás ejerció como director deportivo en el Aris Salónica y el Beria, dos conjuntos de la Primera División griega. «Tenía apalabrados a los dos mejores de la categoría, con los que llevaba hablando ya un mes y medio, y cuyos emolumentos pueden parecer caros, pero no son desorbitados en función de los resultados que han conseguido y de lo mucho que se juega el Hércules en este envite», añadió.

Cuando en la mañana del martes, un día después de la crisis abierta por el fracaso de la «operación Del Pozo», Ramírez le dijo a Hernández que le parecía «muchísimo dinero» el coste de la nueva estructura técnica, el presidente tomó la decisión irrevocable de dimitir cuatro meses después de volver al cargo a finales de enero.

Sus diferencias con Ramírez también fueron el detonante de su anterior dimisión en octubre de 2018, después de ocho meses en la presidencia. En el fondo, el exentrenador blanquiazul, de 61 años, tiene la convicción de que los dos accionistas mayoritarios no le querían al frente del club como presidente y por eso le ofrecieron la dirección deportiva.

«Estoy sorprendido y dolido; no me esperaba esta dimisión porque ahora estaban bastante mejor las relaciones entre Quique y Juan Carlos», declaró ayer Ortiz en alusión a las conocidas discrepancias entre los que han sido sus hombres de confianza en el club. Sin embargo, el presidente dimisionario aseguró el jueves que desde el mediodía del martes el máximo accionista ya conocía su intención de renunciar al considerar que habían cambiado los planteamientos iniciales con los que llegó de profesionalizar la entidad en torno a la figura de un cuadro técnico contrastado.

Marcha atrás en la venta

Por otra parte, Ortiz dio marcha atrás en sus planes de venta del club -anunciados el 12 de febrero por Hernández- y dijo que lo que el Hércules necesita es «la ayuda de todos» en la ciudad para que siga en manos alicantinas «este club humilde, pero con sentimiento».

Si el miércoles intentó apagar el fuego de la negativa de Del Pozo a volver a Alicante con una ronda de conversaciones con los periódicos, ayer le tocó el turno a las emisoras de radio y en Cope Alicante aseguró Ortiz que se siente querido en la ciudad, a pesar de la contestación de un sector cada vez mayor de la afición; que no piensa marcharse «por conciencia y responsabilidad» hasta que devuelva el club al fútbol profesional y que está dispuesto a pasar «a la primera línea de actuación para armar un proyecto ilusionante» y conseguir ese objetivo lo antes posible.

Es la nueva línea de transparencia que quiere abanderar el empresario y máximo accionista del Hércules, que en los tres últimos años ha vivido cuatro renuncias en la presidencia: dos de Hernández, una de su socio Ramírez y otra de Carlos Parodi.

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