Con un clavo otro clavo se saca. Alguien del círculo íntimo de Ortiz pensó en ese refrán popular, y quiso adaptarlo al Hércules. Del pozo en el que se encuentra el club con otro Pozo se sale. Buscando empelo, conocido, y además trabajó para nosotros. A por Del Pozo.

Una vez convencido el propietario, quien no sería muy partidario de tener a un hombre de la confianza de Sergio Fernández, aquél que fuera en su corazón del amor al odio, y que desde que lo despidiera, el Hércules no levanta cabeza.

Fue expulsado sin contemplaciones a mediados de la temporada 12-13, entre otras cosas por negarse a contar con el yerno en su proyecto, y con la indignidad de nombrar a García Pitarch Presidente para estar por encima en el organigrama oficial y así convertirse en mercenario de su señor. Desde aquellos tiempos, de fracaso en fracaso hasta el desastre final, el de esta ominosa temporada.

El pozo donde está sumido el Hércules es tan profundo, es de tan difícil rescate que hasta la propiedad dió el visto bueno a la "operación Del Pozo" para sacar al equipo de tan fangoso sumidero. Pero sus antecedentes siembran dudas, a Del Pozo, a gran parte de la afición, a los medios e incluso a los pocos que en su derredor pretenden de buena fe cambiar el rumbo de la entidad para intentar sacarla del pozo.

Los máximos dirigentes de las peñas herculanas se ilusionan con la llegada de Del Pozo a la secretaría técnica del club, pero no se fían de que Ortiz y cía le dejen trabajar a su manera, suponen que de alguna manera querrán meter mano en su gestión bien a base de ordeno y mando, bien con infiltrados que hagan de la delación su día a día, e incluso con la vuelta de Portillo de visir omnipotente por encima de Del Pozo.

Nadie se fía de nadie, la sombra de Ortiz es demasiado alargada y la llegada del técnico pasa en un par de días a no ser segura como el día que alegremente se filtró a la prensa.

De las prioridades expuestas por Del Pozo, renovar a fondo la plantilla, plasmar por contrato sus «plenos poderes», buscar líderes en el vestuario y reilusionar a la a?ción, la segunda choca de lleno con el carácter del máximo accionista.

Del Pozo fue testigo del derrocamiento de Sergio Fernández, por tanto sabe como se las gasta Ortiz. Ordeno y mando, es su lema grabado a fuego en el escudo que en su día diseñara Casimiro de la Viña.

La posición de Quique el bueno puede llegar a ser desesperante, pero él sabía donde se metía, y agradecidos de que siga ahí. Las cosas en este Hércules no son como él espera desde la bonhomía que irradia, sino desde la lóbrega manera de actuar de Ortiz y su actual socio preferente, Ramírez.

Parecía difícil que Del Pozo se metiera a sabiendas en un pozo sin fondo. En pocas horas ha declinado. Como a tantos otros no le vale la pena ponerse al servicio de un Hércules denostado por mor de un máximo accionista que en su delirio viene actuando desde un absolutismo pertinaz, que le llevará a ser un rey sin reino, y al club alicantino a su desaparición si no cumple con su compromiso de marcharse que Hernández trasladara antes de la maldita pandemia.

De momento seguimos en el pozo donde no ha querido meterse Del Pozo.