El número de fallecidos va in crescendo, las cifras de decesos son apabullantes, todos los días cientos de españoles son victimas del hideputa bicho que vino del lejano oriente. Aún así la vida sigue para el resto. Confinados, pero sigue. Con trabajo o sin él, pero sigue.

Y eso es lo importante, que lo podamos contar. Que cuando esta pandemia deje de serlo, la recordemos apoyados en la barra de un bar, quinto en mano en compañía de esos amigos que tanto se echan de menos en esta reclusión forzosa.

Echaremos de menos eso sí esos momentos de comunión cuando a las ocho de la tarde salíamos a terrazas, balcones y ventanas a aplaudir a hijos, familiares, amigos, conocidos, vecinos, compatriotas que en primera línea del ejercito civil arrinconaban poco a poco al enemigo común.

Echaremos de menos horas de radio, de información y entretenimiento, que de nuevo han sabido hacerse con la vanguardia de los medios de comunicación como en otros acontecimientos de fuste que este país ha padecido, y que ha superado con la fuerza de todos.

Es raro, muy raro, pero hasta los más futboleros, entre los que me puedo encontrar, no echamos de menos en este confinamiento sine díe por mor de un gobierno imprevisible, la retransmisión de partidos en los fines de semana, qué digo, casi todos los días de la misma, sin contamos con los de liga, copa y competiciones europeas, a los que habría que sumar los de las selecciones.

Hasta el nuevo canal autonómico nos venía ofreciendo retransmisiones de nuestro perdido y no hallado Hércules, que caminaba de derrota en derrota hasta el desastre final.

Nos pasamos día tras día sin salir ni al rellano de la escalera, exceptuando las escapadas a la compra semanal en supermercados, estancos y farmacias, y van pasando los días sin que el mono del balompié nos invada. No nos abrimos a la dependencia de un divertimento sazonado de sentimientos.

Además podemos cubrir su ausencia con la búsqueda en retro de épocas que fueron más gloriosas que la actual para nuestros respectivos equipos. Para los del Hércules, cualquier tiempo pasado fue mejor. Axioma herculano de imposible discusión. Para deleite de aficionados únicamente hay que navegar por internet y buscar en el sitio adecuado encuentros de los ochenta o de los setenta, en los que batíamos en buena lid a Real Madrid o Barcelona para deleite de las abarrotadas gradas del Rico Pérez.

Vale la pena echar una mirada atrás para comprobar el demencial estado de las cosas en nuestro Hércules de hoy en día, aparcado y con ERTE, pero sin olvidar que en estos momentos lo más importante, lo vital, es salir de esta crisis sanitaria sano y salvo.

Vale la pena recrearse con los mejores momentos del club, que gracias a programas como Estudio Estadio y retransmisiones televisivas están a nuestra disposición en nuestros ordenadores caseros. Cualquier tiempo pasado fue mejor, en toda la amplitud de la frase.