Los días pasan lentos, muy lentos, las noticias del exterior no son halagüeñas y la sociedad sigue en casa, con algo de temor, más bien respeto, y con un alto grado de responsabilidad. Pablo Íñiguez es un ciudadano más obligado a trabajar desde casa, con la incompatibilidad que supone el hecho de ser futbolista. El defensa, uno de los capitanes del Hércules, sigue un plan de trabajo para no perder la forma y con la incertidumbre de no saber cuándo va a poder hacer su trabajo de nuevo. Éste es el diario de un capitán confinado.

Tras haber consumido ya dos fines de semana sin competición, Íñiguez se confiesa «aburrido». «Llevamos una semana sin salir pero parecen 100», explica. «Es todos los días lo mismo, pero qué se le va a hacer, hay que aguantar. Si nos agobiamos, esto se nos va a hacer muy largo», advierte el futbolista.

Rutina

Madrugón con alguna licencia

Íñiguez explica que ahora trata de mantener la rutina, aunque se permite algún vicio sano que no puede hacer durante el año. «Sigo entrenando por las mañanas y madrugo casi igual, me levanto sobre las 7.30 u 8.00 y desayuno, pero luego me vuelvo a meter en la cama un rato, que eso en un día normal nunca puedo», desvela. El defensa añade que su hora de hacer ejercicio ahora es a las 11 de la mañana, más o menos a la misma hora que los entrenamientos del Rico Pérez, y que después se ducha y se prepara la comida, también con un régimen especial. En realidad, casi como en el resto de la temporada, pero con alguna diferencia porque ahora no hay competición.

Según Íñiguez, las sesiones de entrenamiento constan más o menos de lo siguiente: «Primero hago una tabla de estiramientos, abdominales y de tren inferior y superior, algo que también hago cuando hay Liga e incluso en verano para no anquilosarme». «Después ya hago la sesión que toque y me gusta terminar sudando y, como tengo espacio, corro un poco para fatigarme» matiza.

Ir a la compra

Guantes y mascarilla

Íñiguez tiene suerte porque tiene un jardín en el que puede realizar con comodidad los ejercicios que manda Portu, el preparador físico, cada dos días. «Es un adosado y además hay un hueco grande para el coche donde hasta puedo correr un poco», señala. «A comprar voy alternando días, ahora mismo llevo dos sin ir», explica con prudencia Íñiguez. «He ido andando, pero también en coche, tenemos que extremar todos la precaución, que la gente lo vea en el resto de la población y se conciencie todavía más». «Mi padre me contó ayer que sí que vio algo de alboroto en el supermercado porque la gente va con prisa y ansia», añade.

Tiempo libre

Pensar en planes futuros

Por la tarde, tiempo para estar con su perro y con su padre, con quienes comparte esta reclusión obligada en casa. Íñiguez admite que le cuesta engancharse a una serie, pero que ahora sí que está viendo varias películas junto a su padre. «Nos gusta ver algunas que ya hemos visto pero que nos encantan», explica. Después, tiempo para la cena y para hablar con amigos y familiares por videollamada. Ese tiempo libre Íñiguez también está invierténdolo en pensar sobre planes futuros. «Podemos aprovechar para unirnos más con la familia, yo por ejemplo estoy pensando en que quiero volver a estudiar», desvela el futbolista del Hércules.

Sin fútbol

Un parón indefinido

El futbolista confiesa que prevé un parón más largo del estimado inicialmente: «La verdad es que no me veo compitiendo en dos semanas». En este sentido, el futbolista blanquiazul añadió que eso es algo que no le preocupa porque no está en sus manos: «Es que es algo que no depende de los futbolistas, ojalá podamos acabar la competición». El Hércules, por el momento, no cuenta con ningún afectado por Covid-19 y Pablo Íñiguez se congratula de ello. «Los compañeros están bien, vamos hablando por Whatsapp, aunque estamos un poco agobiados al estar tanto tiempo encerrados», explica.

Mensaje

Un trabajo común

Íñiguez, que en enero cumplió 26 años, quiso lanzar un mensaje de «responsabilidad» a la población ante esa situación límite: «Tenemos que sacar esto adelante entre todos porque sabemos que hay una parte de la sociedad, aunque sea pequeña, a la que este virus le afecta mucho. Seamos pacientes».

Mientras, el futbolista sigue ejercitándose en casa, en la que tiene un balón pequeño con el que mata el «mono» de fútbol. «Va para largo».