El Hércules de esta nefasta temporada sigue batiendo récords negativos y los 488 minutos y cinco partidos consecutivos que lleva sin marcar ya se han convertido en la peor racha goleadora de su historia en la categoría de bronce del fútbol español y en la segunda peor del siglo XXI, de la que solo le separa un encuentro sin ver puerta. El equipo de Antonio Moreno progresa adecuadamente en defensa -cuatro partidos con la portería a cero-, juego y actitud, pero su mejoría no le alcanza para salir del pozo del descenso a Tercera División si no comienza a ganar partidos con urgencia en las 10 «finales» por la permanencia que le quedan por delante. La recuperación del orden defensivo, la irrupción de Pedro Torres para tirar del equipo en el medio campo y la implicación general del vestuario en la causa son algunos de los «brotes verdes» a los que se aferra el herculanismo para evitar un ridículo histórico.

Benja y Jona llevan más de dos meses sin marcar

Aunque el gol, como la defensa, es un empeño colectivo, de todo el equipo, los dos «9» puros del Hércules, Benja Martínez y Jona Mejía, personalizan como nadie la «pólvora mojada» de este vestuario. Los dos han marcado cuatro dianas y llevan más de dos meses sin cantar un gol. El último de Benja data del 4 de enero y el del andaluz, del 12 del mismo mes. Ambos jugaron el pasado domingo en Zaragoza -Jona entró en la segunda mitad- y mostraron su habitual voluntad y falta de acierto. El tercero de los arietes, Nikos Vergos, llegó en el mercado de invierno y ha marcado un solo gol en el último partido en el que el Hércules marcó, el 1 de febrero en la última victoria, en Sabadell (1-2). El griego fue titular ante el Ebro y volvió a evidenciar su falta de «colmillo» en un cabezazo blando tras un gran centro de Nani.

Los mismos goles que en 2019, pero 13 más en contra y 21 puntos menos

El que ya es considerado como el peor Hércules de la historia suma en la 28ª jornada de la presente temporada los mismos goles a favor -27- que a la misma altura de la campaña pasada con Lluís Planagumà, en la que el equipo llegó hasta la eliminatoria final por el ascenso a Primera. Eso sí, el conjunto del curso pasado era mucho más fiable en defensa -encajó 13 goles menos- y rentabilizaba mucho mejor sus tantos para conseguir triunfos. Con las mismas dianas anotadas, aquel Hércules sumaba 46 puntos a falta de 10 jornadas y ocupaba la cuarta plaza de la tabla. «Partidos como el del domingo pasado ante el Ebro el año pasado lo habríamos ganado con seguridad», se lamentaban ayer en el Rico Pérez durante el primer entrenamiento de la semana.

Cuando la portería a cero no es suficiente

El mejor dato de los cuatro partidos con Moreno en el banquillo es el de la portería a cero. Falcón sigue siendo un seguro de vida bajo los palos y todo el equipo ha mejorado mucho en el sentido colectivo de la presión, la anticipación y la defensa. Íñiguez vuelve a parecerse al del año pasado -cuando apuntaba al fútbol profesional- y Perone ha dado un notable salto de calidad al eje defensivo. Con Nani asentado en la izquierda, el técnico duda en el lateral derecho, pero el mal partido de Álvaro Pérez en Zaragoza le hace ganar enteros para esta demarcación a Raúl Ruiz, el otro acierto del desastroso mercado invernal, que también rinde a gran altura como extremo.

Pedro Torres, la solución estaba en casa

Y la mejor noticia en esta etapa negra la protagoniza un chico de la casa, el mediocentro de Santa Pola Pedro Torres, que con solo 21 años progresa a pasos de gigante en cada partido. Juega y hace jugar, es un portento físico y tiene arrojo y madurez suficientes para echarse a la espalda un equipo con mucha exigencia en el peor momento de su historia. Yeray dio otro paso adelante en Zaragoza y Jesús Alfaro es el más determinante en ataque.

Implicación y causa común en un vestuario unido

No es que los jugadores no estuvieran implicados con los anteriores entrenadores, pero otro de los logros de Moreno en este último mes ha sido el de saber cerrar filas con la caseta para que todos los futbolistas se sientan importantes -jueguen más o menos- con el único objetivo posible, el de la salvación. En el campo del Ebro se vio un equipo sin gol, pero entregado y comprometido al máximo.