A menos con el poco tiempo que queda para final de temporada, y menos con tan solo once partidos de por medio, y menos con la plantilla que se arrastra por la maldita y deseada Segunda B. No tiene arreglo el juego del equipo, los jugadores no dan para más, están donde su categoría profesional les ha llevado, a los que llegaron con el frío y a los que empezaron a finales del estío, haciendo creer desde la dirección deportiva a la afición que había conjunto para intentar ascender por sexta vez consecutiva. No tiene arreglo, y todos lo sabemos, menos los que no se quieren enterar.

El único capaz de intentar arreglar el descomunal descosido herculano no es otro que el nuevo míster. Moreno, si sigue a lo suyo, sin atender a los que piden un juego más preciosista, careciendo de jugadores para llevarlo a cabo; de los que piden más gol, careciendo de arietes con olfato que no marcan un gol al arco iris, y si no que se miren las estadísticas de cada uno de ellos en los últimos años, puede ser la tabla de salvación de este Hércules ridículo y menguante.

Y lo es porque desde la humildad de quien va ascendiendo escalones en su profesión, le ha llegado la oportunidad de su vida, entrenar al primer equipo del club donde trabaja tras haber demostrado su valía en categorías inferiores. Le va en ello su futuro profesional, tanto en el club alicantino como en cualquier otro que el futuro le depare.

Sus números no son buenos, pero es que no hay para mucho más. Ni un gol a favor en tres partidos, pero ninguno en contra. Para este equipo mantener la portería a cero es vital no perder partidos es fundamental. Dos empates a cero con dos equipos superiores, como el Andorra o Barcelona B, y otro contra el Llagostera, equipo similar pero con distante y distinto recorrido en la competición desde el inicio de la misma.

Puede sonar a escaso bagaje, pero entre que la realidad es tan tozuda como la calidad puesta en entredicho de la plantilla, y la esperanza de que los demás en la situación del Hércules tampoco ganan ni en los entrenamientos, pone al alcance del equipo alicantino la salvación, si concediendo poco atrás permite en alguna ocasión acercarse a la victoria y los tres puntos.

Salir del pozo no tiene arreglo, no hace falta ser un augur para darse cuenta. Echando una ojeada a la tabla, esto es cosa de seis equipos, el Nàstic ha pegado un arreón distanciándose casi definitivamente. La distancia entre el último, Orihuela y el 15º, Ejea, es de un partido, lo que son tres puntos. Todos en un pañuelo, con el inconveniente para el Hércules que tiene el golaveraje particular con los rivales en vía de perderlo con todos.

Ahí, entre los seis últimos va a quedar, la incógnita es si se evitará estar entre los cuatro que den con sus huesos en Tercera. Hoy por hoy, hasta el puesto de promoción de descenso parece apetecible. Hasta ahí llega la descomposición de este club que se dispone a cumplir cien años. Esto no tiene arreglo, pero siempre es bueno conservar un último hálito de esperanza.