Provengo de lugares septentrionales en los que antaño, no más allá del siglo pasado, llovía de forma inmisericorde, mas ahora se alternan las sequías y las fuertes galernas, ambas con daños muy superiores a una tormenta al uso, por lo que, cuando este planeta en el que habitamos seres supuestamente inteligentes empieza a quejarse de los indicios que envejecen de forma prematura su millonaria vida más allá de glaciaciones, terremotos, creación de nuevos continentes, meteoritos que extinguieron especies legendarias, significa que está lanzando mensajes agónicos sobre su supervivencia y que requiere de un esfuerzo y sacrificio colectivo para atenuar los daños que los humanos le estamos causando.

Sirva lo anterior para adentrarnos en nuestro microcosmos local, subapartado Hércules CF, pero con una gran diferencia, a la Tierra aún le queda tiempo mientras la cordura impere, pero los blanquiazules nos encontramos huérfanos desde que el último presidente con mando en plaza, Aniceto Benito, abandonara las riendas presionado por unos malos resultados en Primera División tras haber conseguido el ansiado ascenso la temporada anterior, y con la ayuda nada desinteresada de Antena 3 y su sicario Bahía, que en sólo un año despojaron al club de más de siete millones de euros cuyos destinos acabaron donde acabaron, fuera de nuestro control. Ultimada la transformación del Hércules en SAD, cuentas limpias, pasamos de tener 180 millones de pesetas en cuentas bancarias, sin cargas, a deudas de mil millones de pesetas, sólo en una temporada.

En ese momento, último lustro antes del nuevo siglo, comenzó la fase de espacio-tiempo congelado. Quien allí estuviera al comienzo de ese ciclo, 1997, y hubiera decidido yacer en un tanque de criogenización a - 190º grados y tuviera la vuelta a la vida programada para Carnavales de 2020, al despertar, pasar repaso a su familia y tras lamentar lo que han envejecido tras mirarse en el espejo, lo primero que pregunta es? ¿Cómo va el Hércules? Consecuencia de tales palabras, el renacimiento se convirtió en funeral, y de nada le valió al deudo más cercano susurrarle que estamos en el precipicio de Tercera, a lo que siguió brusco giro de sus pupilas, momento en que las alarmas, colores y sonidos se dispararon, y a toda velocidad médicos y enfermeras de urgencias le llevaron hacia la UCI, y allí sigue?

Y lo que me viene a la cabeza es el test en que se te inocula el virus en vena del corona-hércules; si hay alucinaciones del día a día, nominado y despedido; si hay susurros que despiertan y empieza a musitar no sé qué de un negro, se para, y empieza a coger voz y cuenta de carrerilla una historia casi centenaria, le ponen de golpe una pegatina en el pecho gritando «este es de los nuestros». Ser «de los nuestros» no es una frase hecha, es el compendio de muchas cosas no fáciles de entender en estos tiempos, pero lo voy a intentar, es una gran familia con un miembro adoptado que se hace querer por todos, que representa la visita a las oficinas para dar de alta al recién nacido, la niñez del primer partido con el abuelo casi más contento que el nieto, el deseo de los muy jóvenes de entrar en el Infantil y seguir avanzando hasta lograr el éxito de convertirse en un profesional, los colores blanco y azul tan alicantinos, las celebraciones y marchas desde Luceros, las Hogueras que coinciden con los ascensos, derrotar al Madrid en el Bernabéu y al Barça en el Nou Camp, explotar de alegría con victorias inesperadas, venerar a los muchos titanes jugadores que a lo largo de casi 100 años dieron lo mejor para continuar nuestra historia, incluso los no futboleros que se alegran del último resultado ganador, salir a la calle con la camiseta pregonando que aún creen, y mucho más.

Todo esto se llama sentimiento, y eso es lo último que se muere, sólo se aletarga en los momentos tenebrosos que ya duran más de lo debido. Lo fácil es tirar la toalla, pero yo renuncio a dejarme ir, el Hércules no es la CAM, ni el Puerto, ni la Cámara de Comercio, ni Terra Mítica, ni Coepa, ni la Ciudad de la Luz, ni tantas otras cosas que se han ido muriendo sin apenas asistentes al entierro.

Volviendo al norte de este suelto, el Oviedo, habitual de Primera en tiempos de Prieto, bajó a los infiernos, a Tercera División, y en la temporada 2004/2005, tenía casi 13.000 socios, y ahora en Segunda, 21.000; el Sporting de Gijón cerca de los 24.000; el Depor, 21.000. Ni les cuento los que teníamos en Primera para que no me salgan los colores y me entre la envidia insana.

No es que los norteños sean distintos, es que para seducir a alguien debes de saber cómo, no es tan difícil, aunque no basta un cursillo acelerado, pues el sentimiento no radica en la propiedad mercantil, nosotros somos los dueños reales porque radica en el interior de nuestra soledad, sólo compartida con «los nuestros», pero que algún día serán alegrías que repartiremos con muchos más. No nos vamos a rendir, los símbolos del pueblo llano resistirán.