Ahora que alguien ha adivinado a dar con la tecla para que el frágil vestuario del Hércules compita de principio a fin, parecería una inmolación, otra más, que el club prescindiera de sus servicios. Antonio Moreno, hasta la semana pasada entrenador del filial, ha revitalizado en cinco días al equipo, que comulgó ayer a ciegas con su propuesta, a pesar de que el marcador reflejara otra vez otra impotencia en el Rico Pérez.

Tras el empate a cero ante el Llagostera, el Hércules recorta un punto con la zona de permanencia y ahora se queda a cuatro con 13 partidos por delante. Moreno dirigirá esta mañana el entrenamiento del equipo y gana enteros para sentarse el sábado en el banquillo del Johan Cruyff, casa del Barça B. Por delante, una semana en la que puede pasar cualquier cosa en una entidad ya no bicéfala, sino tricéfala por lo menos. Siviero, que prácticamente se tuvo que bajar del avión el pasado sábado para no llegar a Alicante, está en la recámara. Es el elegido en caso de otro incendio inminente.

Con toda esa calma tensa de puertas para adentro, el Hércules mostró ayer una imagen muy digna, aunque insuficiente, sobre el terreno de juego. Moreno apostó por un falso trivote, con el recuperado De Lerma y Diego Benito más retrasados y con Yeray en funciones casi de segundo delantero. Y el equipo mordió hasta que le fallaron las piernas. El Hércules tuvo otro tono, frenado sólo por sus miedos e inseguridades; nadie resucita en una semana después de una temporada. Con el oficio por bandera, la primera parte fue un espesor, pero el Llagostera apenas inquietó a los blanquiazules. Todo un mérito con el pasado reciente que arrastra el Hércules semana tras semana. Moreno encontró un camino con su particular chaqueta metálica, con De Lerma como perro de presa, siempre atento para anticipar y con Álvaro Pérez y Pablo Íñiguez como escuderos, ambos al borde de lo reglamentario en alguna ocasión.

Espoleado por el ímpetu y los quiebros de Raúl Ruiz, el Hércules se dejó ver por el área rival aunque sin demasiada certeza de hacer nada peligroso en los primeros 45 minutos. Vergos, tan espitoso como poco preciso, remató sin fe un balón que venía de vuelta de un córner. Poca cosa.

Con la lengua fuera tras tanto esfuerzo, al Hércules le fallaron las piernas en los últimos cinco minutos del primer tiempo y el Llagostera, que había deambulado por el campo sin demasiada prisa por nada, no lo supo aprovechar.

Sin suerte

Recuperado del esfuerzo, el Hércules salió con el colmillo afilado tras el descanso y Benja, a las primeras de cambio, estampó el balón en la cepa del poste tras un buen centro de Diego Benito desde banda derecha. La fortuna también le dio la espalda al Hércules.

A los 10 minutos, tuvo la réplica el Llagostera con un zapatazo de fuera del área de Nahuel, pero Falcón, espectador todo el partido, se estiró a la perfección. La segunda mitad fue una concatenación de cansancio y de juego subterráneo, que decían las crónicas antiguas. Todo pasó a partir del minuto 80, cuando el Hércules redobló esfuerzos y perdonó la victoria.

No obstante, hasta tal retahíla de ocasiones, el partido pudo dar un vuelco si el árbitro hubiese considerado un supuesto cabezazo de Raúl a Dieste, que estaba en el suelo protestando un penalti que no fue. El lateral herculano le recriminó la acción y el delantero del Llagostera echó cuerpo a tierra. La intensidad llevada hasta el límite. En el Hércules nadie bajó ayer los brazos y el esfuerzo requiere continuidad para sacar al equipo del descenso.

Moreno dio entrada a Moha Traoré y Pedro Torres y el Hércules volvió a respirar. El extremo se adueñó de la banda derecha y protagonizó sus habituales carreras kilométricas. Un respiro ante tanta oscuridad por dentro. En una de las intentonas del Llagostera, el Hércules robó rápido y Alfaro montó una contra de libro. Jona, desde medio campo, cambió el trote por el galope, y condujo a la perfección 30 metros hasta facilitar a Benja, que le acompañaba a su izquierda. El ariete catalán, ya en el área pero con espacio por delante, prefirió golpear de primeras, seco y abajo, pero Marcos le adivinó la intención y consiguió despejar.

Era el minuto 83. Poco antes, Torres había cazado un cabezazo pero su remate se marchó desviado. A falta de un minuto, Moha corrió contra el mundo y sacó un centro raso que Benja tocó en el primer palo, pero el portero bloqueó su camino. El partido se convirtió en un toma y daca de tres minutos y cada triangulación del Llagostera exponía al Hércules a lo peor.

Íñiguez taponó consecutivamente dos disparos desde la frontal jugándose el tipo y el árbitro anuló un gol de los catalanes con el tiempo cumplido por un fuera de juego de foto-finish. Aún tuvo el Hércules tiempo para ganar, pero Jona no engatilló el balón con la cabeza en otro envío de Moha.

El Hércules, que lleva cuatro meses sin ganar en casa, visita este sábado al Barça B en otra final anticipada. La aseada imagen de ayer y la confianza del vestuario puede prorrogar la estancia de Moreno en el banquillo. Pero afirmar algo en este Hércules es toda una aventura.

Moreno regresa al banquillo habitual que rechazó Mir

El Hércules volvió a sentarse ayer en su banquillo de toda la vida. Moreno eligió el más cercano a fondo sur, después de que Mir decidiera cambiarlo por el otro a su llegada. Por otra parte, el Hércules, antes del partido, guardó un minuto de silencio por Sigfrido Sastre.