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Llamen al sepulturero

El Hércules ahonda aún más sus miserias tras perder en casa ante el Atlético Levante

Hércules - Atlético Levante: Resumen del partido

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Hércules - Atlético Levante: Resumen del partido Ramón Pérez

Moribundo, vulgar, desolador. El Hércules continúa instalado en el disparate y sigue cavando a pasos agigantados su propia tumba. El rival de cada semana solo debe esperar la autolesión de los blanquiazules para asestar el golpe de gracia. Ayer el Atlético Levante se encontró la alfombra puesta antes de entrar en calor. En el primer minuto de juego una trastada entre Yeray y Pablo Íñiguez terminó con la expulsión de este último, que allanaría la visita de los granotas a un Rico Pérez que no ve ganar a su equipo desde octubre y que no deja de presenciar semana tras semana un despeño histórico que huele cada vez peor.

El ambiente de crispación en el Hércules es tal que Juan Carlos Ramírez decidió ayer por la tarde apartarse de «la gestión diaria de la entidad», toda vez que su irrupción no solo no ha mejorado la ya delicada situación, sino que ha acelerado la descomposición. Desde su llegada, a comienzos de diciembre y con Mir como entrenador, el equipo solo ha ganado un encuentro de siete y lleva dos puntos de doce en lo que va de 2020. Un horror agravado por la sensación generalizada de que el equipo se ha debilitado todavía más en el mercado de invierno con sus movimientos impulsivos y poco razonados. Aun así, Ramírez continuará aportando económicamente, como mínimo hasta final de temporada. Luego, Dios dirá cómo, dónde y en qué ha quedado este Hércules inmerso en una deriva sin fin.

Ayer, en lo puramente deportivo, en el primer minuto de juego, una entrega defectuosa del canario Yeray, que había sido de lo poco salvable en estas últimas semanas tortuosas, precipitó que Íñiguez saliera al cruce sin mesura para frenar un mano a mano de Edgar con Falcón. Roja directa y más palos en las ruedas de un Hércules que cada día coge un color más mortecino.

El filial granota asumió el mando que le había entregado el conjunto de Mir al salir de vestuarios y navegó con una tranquilidad impropia sobre la frontal del Hércules hasta que encontró premio. Arturo, en el 13' diseñaba una parábola perfecta desde el ángulo del área grande y hacía inútil la estirada de un Falcón humanizado, sin capa de superhéroe. Por entonces, Mir ya había tenido que reestructurar un equipo descabezado tras la expulsión de Íñiguez.

El técnico valenciano había alineado de inicio por sorpresa al canterano Nico, que solo había jugado un partido con el primer equipo y había sido en la temporada anterior. La decisión extrañó todavía más porque dejaba en el banquillo a Olavide, uno de los fichajes de invierno, que ni siquiera jugó unos minutos ayer. Tampoco lo hizo Abde, la sensación más reciente de la cantera, que jugó con el filial por la tarde y que hoy se marcha con la selección sub'20 de Marruecos. Sea como fuere, el coitus interruptus de la expulsión precipitó un cambio y Nico fue el elegido a los nueve minutos. Entró al campo Pedro Torres, relegando así al ostracismo a Diego Benito, al que se le enseña la puerta de salida.

Sergio Jiménez, el mediocentro elegido para suplir la baja de Fran Miranda, hubo de reubicarse como central de circunstancias y la sangría no paró. El Hércules era incapaz de robar un balón, en una mezcla de pasividad e incapacidad que terminó con el 0-2 del juvenil ruso Edgar, de 18 años y que ayer jugaba su segundo partido con el filial del Levante. El lateral zurdo Herrero, que camparía a sus anchas durante todo el encuentro, serviría la primera de sus dos asistencias y Edgar remató de primeras al fondo de las mallas de Falcón.

El mazazo, a tres minutos del descanso, llegaba precisamente en los mejores momentos, por decir algo, de un Hércules solo sostenido por la gallardía de Raúl Ruiz, que no pudo tener peor regreso a casa diez años después. El alicantino, reinventado como lateral pero con espíritu de driblador empedernido, creó las únicas ocasiones de peligro de los blanquiazules. En el 37' se recorrió sesenta metros en eslalon y sirvió un centro medido que no acertó a rematar Jona, pese a lanzarse en plancha. Acto seguido, Raúl dribló a dos rivales en un palmo pero Vergos no interpretó bien la jugada.

Más descalabro tras el descanso

Mir movió el banquillo para la segunda parte pero la probatura salió mal. Sentó a Teo Quintero, chico para todo que ayer jugó de lateral izquierdo, e incluyó a Moha Traoré para recolocar al equipo en una defensa de tres centrales. Uno de ellos era Raúl Ruiz, que había sido el referente ofensivo del equipo en el primer tiempo y que tiene un gran abanico de aptitudes pero no la de ser defensa central.

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