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Cuatro técnicos en cuatro meses para el peor Hércules de la historia

Por primera vez en 97 años, el club alicantino recurre a cuatro entrenadores (Mir, Muñoz, Végar y Planagumà) en una primera vuelta. Los únicos antecedentes a temporada completa se remontan a la 98-99 y 70-71 y ambos propiciaron cambios en la presidencia

Cuatro técnicos en cuatro meses para el peor Hércules de la historia

Los terremotos se llevan todo por delante. El Hércules los ha vivido de todas las magnitudes en su turbulenta e inestable historia, pero jamás vivió uno tan devastador en el aspecto puramente deportivo. El equipo pena por la Segunda División B sin nadie que lo sostenga. En cuatro meses de competición, ya le han dirigido otros tantos entrenadores diferentes, algo extremadamente inusual, pero no inédito, en este club. Eso sí, los dos precedentes con cuatro entrenadores en una misma temporada terminaron igual: con el cambio de presidencia o propiedad en la entidad. Algo que ahora la afición implora como única vía de solución para este Hércules despedazado.

Esta temporada, tras la amarga decepción de la final por el ascenso en Ponferrada, la comenzó Lluís Planagumà, el entrenador que casi obra el milagro el curso pasado, pero apenas duró un mes. Cuatro partidos en los que no pudo ganar y en los que perdió tres. Sus tiranteces con el director deportivo Javier Portillo, arrastradas desde meses atrás, terminaron con su despido. Como interino llegó José Végar, segundo de Planagumà en la 18-19, pero tampoco revirtió el rumbo del equipo pese a meter variantes en el once. El Hércules cayó con estrépito en casa ante el Orihuela.

Entonces el elegido fue Jesús Muñoz, sin experiencia previa en los banquillos como primer entrenador. El miura se lo comió. Aguantó 11 jornadas y se fue con el Hércules todavía más en crisis que cuando se lo encontró. Fue capaz de hallar el camino de la victoria y el equipo llegó a sumar nueve puntos de doce, pero tras ello la reacción se diluyó. Se marchó después de seis jornadas seguidas sin ganar (tres empates y tres derrotas) y con un vestuario en depresión, que hasta llegó a las manos en un entrenamiento.

El pasado sábado se estrenó Vicente Mir, que ya entrenó al equipo en la 15-16, pero su debut fue el mismo que sus dos predecesores: una derrota y un escándalo. Medio millar de aficionados se hizo notar el pasado sábado en la puerta cero del estadio y pidió encarecidamente la salida del propietario, un Enrique Ortiz que cumplió el pasado 30 de noviembre dos décadas de sinsabores a los manos de la entidad. La hinchada también pidió la marcha de Juan Carlos Ramírez, mano derecha del máximo accionista en los últimos años.

La historia se repite

Precisamente Enrique Ortiz llegó al Hércules en una situación similar, justo cuando el equipo acababa de tener cuatro entrenadores en la misma temporada, una 98-99 que dio con los huesos del Hércules en Segunda División B. Aquella temporada de infausto recuerdo la inició el argentino Sergio Egea, pero apenas duró ocho jornadas. Humberto, el eterno apagafuegos, se hizo cargo del equipo durante dos partidos, hasta la llegada de Perico Alonso, que duró 16 semanas. Manolo Jiménez, que había ascendido al equipo a Primera en 1996, fue el elegido pero no pudo evitar el descenso. Después continuaría en Segunda B, pero ésa es ya otra historia.

Idéntico precedente hubo en 1971, en otra temporada turbulenta, con el club recién ascendido a Segunda División. El Hércules terminó la temporada con cambio en la presidencia, sembrando la que sería la época más dorada de su historia. El culpable, José Rico Pérez, que fue elegido presidente del club el 12 de marzo de 1971. El empresario accedió al cargo en un momento de zozobra, con el Hércules bordeando los puestos de promoción de descenso a Tercera (entonces aún no existía la Segunda División B) en una temporada que se había convertido en un auténtico caos.

El curso lo comenzó César, que había subido al equipo de Tercera en la 69-70. Dimitió a las 14 jornadas, cuando Tarruella era presidente. Tampoco terminaría él en el cargo porque llegaría Vidal Masanet hasta la elección de Rico Pérez. A César le sustituyó como interino Jesús Berenguer, que era el secretario general. Una semana después se contrató a Miguel González, que duró nueve partidos. Regresó César con la potestad de mánager, pero hubo de hace de entrenador durante dos semanas porque no había sustituto para Miguel. El caos no paró porque César dimitió y volvió a coger el equipo Berenguer hasta que se fichó a Kocsis, que dirigió los últimos 10 partidos.

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