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Hércules CF: ¡Bienvenido, míster Jona!

Un gol del hispano-hondureño le basta al Hércules para vencer en Cornellà (0-1)

Hércules CF: ¡Bienvenido, míster Jona!

Ser delantero del Hércules es quizás una de las profesiones más estresantes del planeta. Más todavía si el vaivén de la vida te coloca en uno de los peores momentos del club y también de tu carrera. Jona Mejía es un tipo peculiar. Llegó hace diez meses a Alicante como antídoto para paliar la falta de gol, pero lo hacía con un historial deprimente: 13 meses sin ver puerta. Y así continuó, entre lamentos y como uno de los caballos de batalla entre el director deportivo y el anterior entrenador. Ayer, de repente, en Cornellà, en un ambiente inhóspito, en medio de césped de caucho y porterías plegadas de fútbol siete, apareció para poner fin a su sequía particular de 24 meses y para sacar al Hércules de los indignos puestos de descenso a Tercera División.

Era el minuto 12 de partido. Había parecido toda una vida. Jesús Alfaro, el jugador más entonado en lo que va de temporada de un Hércules en aras de redención, se coló por la banda derecha y sirvió un balón con malicia al corazón del área pequeña. Allí, tras un buen movimiento de Carlos Martínez, apareció Jona para gritar un «gol» eterno. Le bastó un toque. También al Hércules para llevarse por delante al Cornellà y para firmar por primera vez en toda la temporada dos victorias seguidas.

Este Hércules de Jesús Muñoz entiende que para jugar al fútbol es requisito indispensable familiarizarse con el balón. Incluso en Segunda División B. Incluso en terrenos tan poco halagüeños como el de ayer de Cornellà. Con esa propuesta por el trato sutil arrancó el partido el Hércules. Poco antes del gol, Carlos Martínez había dibujado un caño en la frontal para abrir a banda a Borja, cuyo centro fue rematado inocentemente por el ariete catalán. Dos minutos más tarde el marcador ya lucía con sonrisa visitante.

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De todos los escenarios imaginados, éste era el mejor. Por delante a las primeras de cambio, con un rival obligado a la fuerza a ir hacia adelante y con el lastre eliminado de Jona, que pesaba incluso en los despachos del Rico Pérez. El Cornellà, fiado a las estrecheces de su campo, inició una emboscada en cada balón parado, por lejano y poco ortodoxo que pareciera. En uno de esos balones llovidos, esta vez desde un saque de banda interminable que envió el lateral Jiménez, los catalanes reclamaron penalti de Nani a Eloy Gila. Los dos cayeron abrazados, el árbitro no quiso entrar. El partido continuó.

El resucitado Jona probó fortuna desde el centro del campo tras un despeje defectuoso del portero Ramón, que había salido de sus menesteres, pero la intentona la desbarató la defensa antes de que comenzara a crear serio peligro. Con el paso de los minutos el Cornellà fue cogiendo hechuras y el Hércules peleaba por no reencontrarse con males pasados. Un cabezazo de Baró besó el larguero de un Falcón que se había quedado a media salida. El descanso llegó a tiempo para unos blanquiazules enfrascados en área propia, con un Cornellà liderado por Eloy Gila, que se topó una y otra vez con una defensa de circunstancias, pero cada vez más efectiva.

Jesús Muñoz volvió a alinear (¡qué remedio!) a la «defensa del biberón» formada por Olmedo, Álvaro, Íñiguez y Nani y el Hércules dejó por segunda semana consecutiva la portería a cero. Los cuatro promedian poco más de 22 años pero no acusan el peso del escudo ni las urgencias habituales.

La reanudación no cambió demasiado el aroma que había dejado el primer tiempo. El Cornellà, rústico pero pujante, dejó el partido a la suerte del contragolpe y el balón parado. Y la moneda no salió cara. Su delantero, Pablo Fernández, tiene bien aprendida la lección del juego de espaldas y de esta manera trató de arañar fortuna en la enmarañada parcela de Álvaro Pérez, un veterano de sólo 23 años al que apenas se le intuyen fallos. Al Hércules le faltó oxígeno y también piernas, pero apeló al espíritu, al compromiso y a una solidaridad parroquial. Atravesó malos momentos, pero entre Falcón y el resto achicaron agua cuando la tormenta del Cornellà era tan repetitiva como estéril. Un bombardeo con pelotas de papel.

Sólo un remate acrobático de Baró, en uno de los infinitos centros laterales, obligó al meta blanquiazul a hacer un esfuerzo de mérito. No era el día para encontrar premio en la portería del Hércules.

En el 82' Carlos Martínez, en un fallo impropio de la defensa rival, se encontró con un mano a mano con el portero que no acertó a terminar entre los tres palos. El regalo había sido hasta grosero, pero el ariete del Hércules llegó cansado y su tiro con la zurda se fue sin pena ni gloria. Con la entrada de Alvarado los blanquiazules equilibraron el correcalles y el Cornellà murió intentándolo. El Hércules ganó por fin fuera de casa y ya ha pasado el trance eterno de los puestos de descenso. Aunque esto no frena. Este domingo visita el Rico Pérez el líder Lleida...

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