Aunque de puertas hacia afuera se transmite tranquilidad y confianza, las aguas bajan revueltas en el Rico Pérez como no podía ser de otra manera. Nunca en su casi centenaria historia el Hércules había ocupado puestos de descenso a Tercera y ahora vive instalado en ellos tras la disputa de ocho jornadas. Incluso ganando al Ebro seguirá el equipo de Jesús Muñoz en zona de peligro porque son cuatro puntos los que aún tiene de distancia con la salvación. ¿Y cómo viven esta situación angustiosa los dueños Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez? Por lo pronto, están frustrados porque esta temporada invirtieron como nunca para conquistar el ascenso. El presupuesto del curso pasado para plantilla y cuerpo técnico rondaba los 1,8 millones y recientemente reconocía el propio Ortiz que la apuesta para este año era mayor porque vio el caramelo del fútbol profesional muy cerca y quiso apuntalar el equipo.

El Hércules ha fichado literalmente con «pólvora de rey» las dos últimas temporadas y el director deportivo Javier Portillo lo sabe, aunque no lo reconozca. Sin ir más lejos, el Hércules se quedó también a las puertas del éxito en la primera temporada tras el descenso (14/15) con un presupuesto inferior a los 800.000 euros.

Entonces era Dani Barroso el máximo responsable de la parcela deportiva, aunque siempre tuvo muy próxima la figura de un Juan Carlos Ramírez involucrado como nunca en la parcela deportiva e intentando tomar parte en la toma de decisiones, algo a lo que el técnico vasco siempre se opuso y por eso está ahora sin equipo. Eran otros tiempos. El presupuesto ahora es más del doble y eso ha permitido contratar a los jugadores con más cartel de la categoría como Benja, Yeray, Carlos Martínez o los hermanos Alfaro. Pero los dueños también tienen la sospecha de que en este vestuario los sueldos están sobredimensionados en muchos casos, algo que el extécnico Planagunà ya hizo ver a los empresarios, sobre todo en el pasado verano cuando su relación con el director deportivo estaba más que rota. «Quieren subir, pero sin tirar el dinero», repetían las voces más críticas con la gestión de Portillo, siempre entre susurros.

Algunos casos claman al cielo y entre ellos destaca el de Jona, quien cobra 140.000 euros por temporada (se le firmaron dos y media) cuando acumula casi dos años sin ver puerta. Planagumà, gran muñidor de la plantilla 18/19 en colaboración con Portillo y siempre bajo la supervisión de Ortiz y Ramírez, le insistió a los dueños en que el ariete malagueño debía salir este verano y la operación era económicamente viable porque el UCAM Murcia estaba dispuesto a pagarle 100.000 euros. Portillo se opuso y ahora espera cada semana con impaciencia que Jona marque algún gol para justificar el despilfarro.

El director deportivo está en el punto de mira, pero la situación es extraordinariamente delicada para Enrique Ortiz porque es su yerno y ya tuvo que transigir en la etapa de futbolista con su inesperado regreso de la UD Las Palmas, que hizo añicos el proyecto de Sergio Fernández, quien por cierto ahora está más que asentado en la élite con el Alavés. De vuelta a la aciaga temporada actual, Portillo quemó pronto (cuarta jornada) «el comodín» del cambio de entrenador y le pasó factura a Planagumà por su nula reacción, pero desde entonces la mejoría ha brillado por su ausencia. El técnico de Aranjuez tomó aire tras el 4-1 ante el Barcelona y presumió pocas horas después de la renovación de Nani, pero la derrota en Andorra tras una pésima primera parte le vuelve a dejar en el disparadero ya que cada vez parece más improbable que este Hércules sea capaz de protagonizar una remontada tan espectacular como para pelear por el ascenso. El Rico Pérez pidió la marcha de Portillo contra el Orihuela y sabe que los cánticos regresarán en cuanto el Hércules vuelva a tropezar en casa, algo a lo que no debería acostumbrarse si no quiere ver de cerca el fantasma de la Tercera División.