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Leyendas herculanas

Charles, el «colorao» al que el Hércules le cambió el nombre

El directivo Manolo Calvo pescó en 1976 a Adolfo Troisi, un extremo argentino del Montpellier al que decidió rebautizar para que el club francés no se enterara de que iba a probar en Alicante en un amistoso contra el Liverpool. Disputó 118 partidos de blanquiazul

Charles dispara ante la salida del portero del Espanyol.

Giuliano y Saccardi, sanctasanctorum del Hércules de los setenta, se detienen frente a la pelota. Hay falta directa en el Camp Nou a favor de los alicantinos. Semblante serio de ambos. «Ésta va para adentro», le espeta Saccardi a su compatriota. Giuliano asiente con la cabeza. El árbitro hace sonar el silbato y, de repente, se cuela entre ambos un joven pelirrojo, que envía el balón a la grada estrepitosamente. «¡Nene, corre o te arranco la cabeza!», le grita colérico Saccardi en medio de una crispación máxima. «Se olvidó de que el partido seguía y corría para pegarme», cuenta hoy entre risas aquel extremo intrépido, también argentino, al que Alicante le hizo un hombre nuevo. Tanto le cambió que ni siquiera siguió llamándose como se llamaba.

Todo comenzó en la primavera de 1976. El Hércules, con Arsenio Iglesias en el banquillo, acababa de culminar con idéntico éxito su segunda temporada consecutiva en Primera División, en una época que terminaría siendo la más dorada de su centenaria historia.

La afición despidió al equipo en su último partido en casa (victoria a la UD Las Palmas con gol de Juan Carlos) entre tracas por la gran temporada. Un club que vivía su máximo esplendor: dos años coqueteando con los puestos europeos, una plantilla de campanillas y un estadio recién estrenado. La directiva decide estirar la gallina de los huevos de oro y planea varios amistosos de enjundia una vez terminada la Liga regular, que el Hércules acaba en el añorado estadio de Atocha.

El primer rival es de órdago. El Liverpool, que acaba de proclamarse campeón de la UEFA, visitará el Rico Pérez justo una semana después del éxito continental. El club, con vistas al nuevo curso, decide ver en acción a dos futbolistas de los que tiene buenas referencias. Sus nombres no trascienden. La prensa de la época habla de «dos extremos extranjeros». Fin. A los pocos días se desvela un poco más: uno es alemán y otro sudamericano. Con la inminente visita del Liverpool, INFORMACIÓN titula el 22 de mayo: Peter Lubecke y Charles serán sometidos a prueba contra el Liverpool.

El nombre y apellido del primero no tiene pérdida: es el alemán que se anunció y procede del Bayer Uerdingen de la Bundesliga. El segundo es una incógnita. ¿Un sudamericano llamado Charles?

El caso es que los dos tienen una fantástica actuación contra el Liverpool de Bob Paisley y John Benjamin Toshack, al que el Hércules vence con holgura: 3-1. Lubecke, con el 7 a la espalda y Charles, con el 11. El alemán se encumbra con dos goles y el sudamericano también brilla con luz propia. Charles sirve en bandeja el primero y es derribado en el área en el 2-1, que firmaría Giuliano desde los once metros.

Tras el partido Arsenio da el visto bueno a la directiva para que ejecute los dos fichajes. Lo de Lubecke se hace rápido, lo de Charles trae cola. Aquel extremo zurdo, de tren inferior potente y una melena pelirroja, es un argentino que hasta el día anterior se llamaba Adolfo José Troisi Couto y que, además, tiene contrato en vigor con el Montpellier francés.

El Hércules, a través de su directivo Manolo Calvo, había tratado de camuflarlo para que su club de origen no se enterara de que estaba probando en Alicante. «A partir de ahora te vas a llamar Charles», le dijo Calvo al joven Troisi nada más recibirlo en el hotel. «Me vio con ese color de pelo tipo inglés y así me quedé para siempre», recuerda con cariño Charles, que hoy, con 65 años, ya suspira por una trabajada jubilación.

Despegue en un torneo en Cannes

Despegue en un torneo en CannesLa vida de Charles había comenzado a cambiar en 1974, después de disputar un torneo con la selección juvenil argentina en la localidad francesa de Cannes. Allí despuntó entre un conglomerado de futuras estrellas que acabarían siendo campeones del mundo con la albiceleste. « Bertoni llevaba el 7, Trobbiani el 8, Kempes el 9 y Boccini el 10», recuerda Charles, que cerraba aquel ataque de vértigo con el 11 a la espalda.

Su participación en aquel torneo no pasó desapercibida para el Olympique de Marsella, que lo firmó de inmediato. Allí le costó hacerse un hueco por su condición de extracomunitario. «Sólo podían jugar dos al mismo tiempo y esa temporada el club había fichado a los brasileños Jairzinho y Paulo Cézar, que habían sido campeones del mundo junto con Pelé en el 70», explica Charles.

Al año siguiente bajó algún peldaño para defender al Montpellier, la antesala de su gran historia en Alicante. Casimiro Yazalde, que había sido Bota de Oro con el Sporting de Portugal y acababa de aterrizar en el Marsella, puso en contacto a Charles con Carlos Jurado, cercano a Manolo Calvo, para que probara fortuna en el Hércules. La prueba ante el Liverpool fue satisfactoria, pero el Montpellier terminó enterándose de la jugada de los alicantinos y el Hércules tuvo que negociar.

Alrededor de unos 10 millones de pesetas desembolsó el club de Rico Pérez a los franceses y Charles se llevó un millón y medio de pesetas por el traspaso. «Nunca supe por qué me dieron a mí esa cantidad, yo ya era el hombre más feliz del mundo al llegar al Hércules», revela Charles, que le compró una casa a sus padres con ese dinero.

Goles contra Madrid y Barça

Goles contra Madrid y BarçaSu primer año en Alicante fue muy bueno, con apenas 22 años disputó 31 partidos y firmó ocho tantos, el segundo máximo goleador del equipo tras Barrios. Varios de sus goles fueron vitales, como el que le hizo al Barça en el Camp Nou en un empate a uno. «Fue un golazo, pero no lo he vuelto a ver. Hay un vídeo por ahí del partido que va hasta el minuto 59 y luego se corta y yo hice el gol en el 60», lamenta Charles, que todavía conserva una buena cantidad de sus pelos rojizos inconfundibles. Aquella temporada también «vacunó» al Real Madrid, al que endosó dos goles en una eliminatoria histórica que cayó del lado de los alicantinos.

En Alicante fue muy querido, Benito Joanet lo recordaba hace unos meses con cariño: «Era como un crío, en el buen sentido». Forjó una relación especial con el presidente Rico Pérez. «Lo he querido más que a mi padre, no me avergüenza decirlo, no existirá una persona tan buena como él», se sincera Charles.

También fue uno de los ojitos derechos de Arsenio, quien se lo llevó al Almería en la 80-81, en Primera. El disparo salió mal: el equipo entró en una profunda crisis, no pagó a los futbolistas y desapareció. «Yo no tenía ni para comer», cuenta el argentino. «Fue una torpeza irme del Hércules porque tenía dos años más de contrato, pero es que me iban a pagar el triple y encima iba con Arsenio», explica el «colorao», mote que le puso el técnico por el color de su melena.

Todavía se recuerda su osado disparo a puerta en el famoso Hércules-Burgos de 1978. Ambos equipos habían pactado un empate en la última jornada para permanecer en Primera y el partido transcurrió entre la más pura monotonía. «¡Que se besen!», cantaba la grada. Hasta que un chut de Charles alteró los nervios. «¿Qué haces, colorao?», le dijeron propios y extraños. Todo quedó en un susto (y en un amaño) y ambos salvaron la categoría. También es célebre su expulsión contra el Valencia, bajo una nube de golpes en una tangana que terminó con tarjeta roja para Botubot y para él.

Apuró su carrera en el Compostela, el Zamora y el Torrent y luego formó parte del fútbol base del Hércules en varias ocasiones. Montó una pizzería por Miriam Blasco y desde hace nueve años regenta un negocio de comidas para llevar llamado el Rincón de Charles, donde le ayuda su mujer, Isabel, a la que conoció en Virgen del Socorro.

Para ella es Fito. Puede que sea la única persona que no sucumbió al apodo de Charles que un día se inventó Manolo Calvo y que le acompañará para siempre.

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