A Alejandro Tarí ya le toca recuperar la sonrisa año y medio después. El delantero canterano del Hércules ha protagonizado un calvario de lesiones y problemas extradeportivos que probablemente nunca olvidará y que han cortado en seco su progresión. Ahora realiza la pretemporada a las órdenes de Lluís Planagumà con el objetivo de volver a sentirse futbolista, acumular buenas sensaciones y ser protagonista. Salvo sorpresa, ocupará una de las fichas sub'23 y jugará con el filial, ascendido a Tercera, siempre que Planagumà no cuente con él. El calvario de Tarí comenzó en abril de 2018. A las órdenes de Josip Visnjic, jugó el tramo final del choque ante el Saguntino y después sufrió una lesión muscular que se cronificó de tal manera que le obligó a perderse el resto del curso. Pero lo peor estaba por venir, ya que en la pretemporada de la 18/19 volvió a tener molestias en la misma zona y decidió pasar por el quirófano. Otro paró y a trabajar en la sombra. En el mercado de invierno del curso pasado se marchó cedido al Ontinyent, donde sufrió otra lesión muscular y, en el colmo de la mala suerte, el conjunto valenciano se retiró de la competición por sus graves problemas económicos.

El director deportivo Javier Portillo y el técnico Lluís Planagumà le hicieron ver que la mejor alternativa para acabar la campaña era el filial, al que debía ayudar a ascender a Tercera. Pero el delantero de 22 años decidió marcharse al Portugalete vasco, también de Tercera. Allí apenas jugó 14 minutos antes de sufrir un nuevo percance físico que le obligó a poner el punto y final a una temporada aciaga.

Tarí empezó ayer la pretemporada del Hércules como uno más con el principal objetivo de acumular trabajo en las piernas y no volver a lesionarse. Ahora debe hablar en el campo y pedir paso con goles.