La fiesta se convirtió en funeral. Ni el más pesimista hubiese previsto tan cruel guión para un equipo que había dado muestras de fiabilidad durante toda la temporada. Fiabilidad defensiva, se entiende, porque la falta de puntería es un mal sin solución arrastrado desde agosto. Sin embargo, esa solidez en la zaga se desvaneció a los cinco minutos con un disparo de Isi casi imposible de evitar. Solo un milagro este próximo sábado levantaría el 1-3 con el que se fue la Ponferradina del Rico Pérez.

Isi

Dos golazos de un jugador convertido en villano

El murciano Isi Palazón escribió el pasado domingo una de las páginas más negras de la historia del herculanismo. Apenas se pudo evitar el primer gol, un zurdazo inapelable que besó la escuadra a los cinco minutos de juego. Hasta entonces, poco había sucedido. Tras él, todo cambió. Después trazó otro golpeo imposible que supuso el 0-2, éste más evitable porque llegó tras un contragolpe ejecutado a la perfección por la Ponferradina, que se benefició de una falta a Juanjo Nieto a la que el árbitro aplicó una ley de la ventaja de la que no se pudo aprovechar el lateral blanquiazul.

La ocasión de Benja

Un mano a mano que lo hubiera cambiado todo

El 0-1 varió todo el guion establecido. Hizo saltar por los aires la planificación de una semana y amenazaba con hacerlo con la de toda la temporada. Sin embargo, el Hércules fue fajador y encajó bien el golpe. Tanto que a los cinco minutos del gol dispuso de una ocasión inmejorable para igualar el partido. «Herida restablecida y pasión intacta», debieron de pensar los 27.000 espectadores al ver a Benja encarar al portero Manu García, después del único fallo de la defensa bercana. Chechu Flores robó y sirvió en bandeja el balón para que el ariete catalán iniciara la carrera. Pero Benja se encontró con el guardameta y el Hércules ya no dio más señales de vida.

Sin reacción

Mismos síntomas y protagonistas tras el descanso

El Hércules terminó la primera parte entre angustias. Ya no solo era el contundente 0-2, sino también la sensación de casi incomparecencia. El árbitro pitó el descanso justo cuando la Ponferradina acababa de tener el 0-3. Una jugada que surgió de un pase entre líneas y que terminó en el lateral de la red. Planagumà murió con sus ideas y no varió nada en vestuarios. Ni cambio de jugadores, ni de sistema. Y la primera sustitución llegó ya con 0-3, pese a que Juli, el relevo habitual, ya esperaba para entrar en la banda cuando el marcador era todavía de 0-2. No obstante, la entrada de Juli fue un cambio natural, de hombre por hombre, porque el damnificado fue el capitán Chechu Flores. Solo con las urgencias finales y a falta de 13 minutos para el 90' el técnico del Hércules cambió el dibujo: dio entrada a Jona, sentó a Fran Miranda y el equipo jugó con tres delanteros.

Un «once» distinto

¿Lavado de cara en la alineación de El Toralín?

La necesidad obliga a ir, por fin, a por el partido desde el minuto uno en Ponferrada. El Hércules necesita tres goles y la especulación ya no vale. A ese equipo ambicioso que se espera que sean los blanquiazules en El Toralín le urgen varias sustituciones. Una de ellas podría ser la reaparición del alicantino Nani, desaparecido de las alineaciones en los últimos seis encuentros. Su naturaleza ofensiva y su gran hoja de servicios durante toda la temporada en el lateral zurdo son avales suficientes para persistir en una remontada. Adrián Jiménez pasó desapercibido el domingo. También debería ser la hora de Jona, fichado en enero como la solución contra la falta de gol y que apenas ha tenido protagonismo. Ante la Ponferradina cabeceó al larguero.

Íñiguez, el faro

No defraudó en una cita grande y creó peligro arriba

La temporada de Pablo Íñiguez está siendo de matrícula y ante la Ponferradina volvió a demostrar su nivel. Generó dos ocasiones de gol claras: la primera la terminó Carlos Martínez de manera defectuosa y la segunda finalizó con el gol de Samuel, tras una peinada del «10» blanquiazul.

Dificultad para ganar

Una sola victoria en los cinco encuentros del «play-off»

El Hércules solo ha ganado un partido en el «play-off», ante el Logroñés, pero su ritmo seguía imperturbable y no había sensación de peligro. Hasta el domingo pasado. Una pesadilla.