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Las Gaunas, sol y un palmo de agua

Los exfutbolistas José Juan, Pardo, Rosas y Marcos recuerdan la eliminatoria por el ascenso a Segunda ante el Logroñés de la 69-70

Rosas bloca un balón. r. p.

Diecinueve de junio de 1970. Alicante disfruta de las Hogueras bajo un sol de justicia y el Hércules llega en autobús a Logroño, donde se juega el partido de vuelta de la final por ascender a Segunda. La Rioja recibe al equipo con el mismo calor. «Buen augurio», confesó César a los suyos nada más bajar del autocar. La sorpresa no tardaría en llegar, apenas un día después, el del partido.

Las Gaunas recibe al Hércules con un palmo de agua sobre el césped. «¿Pero cómo puede ser esto?», se preguntó la plantilla blanquiazul. El Logroñés había encharcado el terreno de juego para poner en aprietos a los blanquiazules, acostumbrados a los secos campos del sur. Esta semana los exfutbolistas José Juan, Marcos, Pardo y Rosas recordaron en la sede de INFORMACIÓN aquella eliminatoria.

«Solo con andar ya saltaba agua», recuerda entre carcajadas el delantero Marcos, que marcó cinco goles en los cinco encuentros de la promoción que llevó al Hércules a Segunda. No obstante, la eliminatoria ante el Logroñés cayó del lado de los riojanos tras un desempate en Madrid y los alicantinos subieron tras tumbar a Osasuna, que defendía su plaza en la categoría de plata.

La ida ante el Logroñés terminó 1-1 en La Viña y José Juan falló un penalti. «Yo creo que fue el único que fallé en mi vida, lo tiré flojito y Txomin me lo paró muy fácil», cuenta el canario, santo y seña del Hércules de los sesenta. Alguno le recriminó entonces que lo había fallado adrede porque compaginaba el trabajo de futbolista con el de representante de Campo Viejo, un vino riojano. «Tonterías», coinciden los cuatro protagonistas.

En aquel encuentro Pardo, un extremo rápido que defendió cinco temporadas al Hércules, asistió a Marcos. «Marcos cogió fama gracias a nuestros centros, como para no meter goles...», bromea Pardo, que en el partido de vuelta apenas duró quince minutos en el campo.

«Comencé a correr por la banda y el libre se cruzó y me tiró por los aires», explica el atacante balear. La jugada terminó en córner, Pardo lo ejecutó con maestría y Marcos estableció el 0-1. «Nada más celebrar el gol me fui al banquillo llorando, me miré la clavícula y tenía el hueso fuera», explica Pardo. No jugó más en la promoción. Aquel partido lo inició Humberto en la portería, pero llegó roto al vestuario en el descanso. «Niño, prepárate porque no puedo más con la rodilla», le dijo el paraguayo a Rosas. Yo lo primero que pensé fue «¡No me fastidies! Que vamos ganando», recuerda entre risas el guardameta balear.

«Humberto era un fenómeno, en Novelda nos pitaron un penalti y lo paró tres veces», explica Marcos sobre la visita del Hércules a La Magdalena de la 69-70 en la que el árbitro ordenó repetir la pena máxima una y otra vez. Humberto no dio opción.

Una temporada brillante

El Hércules arrolló en la Liga regular y logró el ascenso a Segunda tras dos años en Tercera. «La gente iba al campo a ver por cuánto ganábamos», recuerda José Juan, mientras bromea con un balón sobre cómo chutaba Marcos. «Se plantaba en la frontal y amagaba varias veces, como si estuviera pedaleando, pero luego salía un obús y las metía», cuenta José Juan. «Alguna también iba fuera», reconoce Marcos.

Mientras, Rosas ya ejerce de portero y bloca un disparo de cuchara de Pardo. «Este balón pesa, eh, pero nada ver con los de antes, si rematabas de cabeza sobre una costura te salía hasta sangre», cuenta Marcos. El reportero, iluso, le acerca unos guantes de portero de última generación a Rosas para posar en la foto. «Los míos eran de lana y los mojábamos en agua y agarraban bastante bien», revela el guardameta. «Ahora mi nieto tiene cuatro pares de botas, ha cambiado tanto el fútbol y todo lo demás...».

«A César le gustaba jugar al fútbol, hacíamos muchas posesiones en los entrenamientos, pero los calentamientos de los partidos los hacíamos en la caseta: cuatro movimientos y salíamos», coinciden los cuatro protagonistas, todavía con toque de balón.

El Hércules empató a dos en Logroño cuando todavía no tenían valor doble los goles fuera y perdió en el desempate disputado en el Bernabéu, pero luego ascendió en El Sadar. Aunque esa es otra historia.

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