«Si no queda otro remedio y no aceptan la prima, habrá que secuestrar a la hija de Benito Joanet». La insólita y sorprendente orden, desvelada por el receptor de la misma en un programa de la televisión local de Sevilla, partía de Manuel Ruiz de Lopera, popular empresario sevillano que no escondía su disposición a echar el resto para convertirse en presidente del Betis a finales de los años setenta. Lopera, que aspiraba a suceder en el cargo a José Núñez Naranjo al frente del club bético, vio en la última jornada de la temporada 77-78 una buena oportunidad para dar un golpe de efecto que le otorgara el favor de los socios salvando al Betis de un descenso seguro con una maniobra alejada del terreno de juego. En aquella campaña, el club andaluz se presentó en la última fecha del campeonato sin depender de sí mismo para asegurar la permanencia. Además de ganar a su rival, necesitaba que Hércules o Burgos no empataran en el partido que debía disputarse en Alicante el 7 de mayo de 1978 puesto que el punto sumado en ese encuentro por cada uno de los contendientes dejaba a alicantinos y castellanos por encima de los béticos.

Con el título decidido, el interés de esa última jornada de la Liga se centró en la batalla por eludir el descenso. Así, el mismo lunes comenzaron a aflorar los comentarios sobre maletines procedentes de Sevilla, primas a terceros para premiar el triunfo en el partido Hércules-Burgos. Ante ello, tanto el presidente herculano, José Rico Pérez, como el burgalés, Antonio Martínez Laredo, acuerdan dar carpetazo al asunto pactando un empate sin goles, resultado que garantizaba la permanencia a ambos clubes.

El Betis, mientras tanto, no se queda quieto. Se muestra dispuesto a todo y envía a varios emisarios a Alicante para tentar a los jugadores del Hércules con una suculenta prima (10 millones de pesetas de la época, 60.000 euros). Y ahí entra en escena Manuel Ruiz de Lopera, poderoso empresario de Sevilla, alejado entonces de la directiva del club, pero serio aspirante a sentarse en el trono del Villamarín.

Lopera decide sufragar los gastos de varios emisarios para acometer el intento, entre ellos, los de Germán Vayá, conocido por «Mani», un entrenador de categorías inferiores del Betis y amigo de varios jugadores del Hércules que en los años noventa trabajaría para el Barça como ojeador y quien redactaría el primer informe para el club blaugrana sobre un niño llamado Andrés Iniesta.

Mani viaja a Alicante con Lopera y contacta con el central herculano Pepe Rivera, que le despeja cualquier duda y le aclara la imposibilidad de hacer nada en favor del Betis puesto que el club, a través de su presidente, había cerrado el acuerdo con el Burgos pactando un empate que garantizaba la permanencia de ambos equipos en Primera División.

De hecho, Rico Pérez blinda la concentración del equipo en el hotel Castilla, establecimiento de su propiedad, y prohíbe entrar y salir a nadie del edificio de la playa San Juan, a excepción de Benito Joanet, que el domingo por la mañana, horas antes del encuentro, debe asistir a una misa en la capilla del colegio Calasancio, en plena avenida de Dénia, donde su hija mayor, Ana, celebra la Primera Comunión.

Se desconoce cómo llegó ese dato a oídos de Lopera, pero -según confesó Mani en el programa «El desmarque», de la televisión sevillana Giralda TV- la coincidencia de la celebración religiosa con el partido de ese domingo originó que tuviera que escuchar la orden más insólita de su vida.

Así lo contaba Mani en el programa «El desmarque» de la televisión local sevillana, emitido hace unos años:

-«Fuimos a Alicante a salvar al Betis. Lopera, que quería ser presidente, dijo que lo pagaba todo. Estuvimos siete días en Alicante, y lo pagó todo él. Hablamos con Joanet para acordar la cantidad por ganar, diez millones de pesetas. Todo bien. Pero el sábado se presenta allí el presidente del Burgos (Martínez Laredo) y preguntó: ¿Cuánto da el Betis? ¿10 millones? Pues el Burgos por el empate da también diez millones. El hecho de que el Hércules también se la jugaba, pues se metía en el lío del descenso si perdía, despejó las dudas. Rivera me llamó seguidamente y me lo dejó claro: ‘Mani, no hay nada que hacer’».

Tras ese primer comentario que describía la situación a los contertulios de «El Desmarque», Mani sorprendió con una inesperada revelación.

-«(Tras verlo todo negro), Lopera me dice: ‘Mani, aquí solo hay una solución. Ir a la iglesia donde la hija de Joanet hace la Primera Comunión y raptarla hasta que el Betis esté (salvado)’».

El silencio en el plató, salpicado con alguna risa de incredulidad por los tertulianos presentes, vuelve a romperlo Mani para continuar relatando su réplica a Lopera por tan disparatada sugerencia.

-«Pero chiquillo ¿de qué hablas»? Yo llamo ahora mismo al presidente». «Horas después, (el periodista) José María García comienza a hablar de maletines circulando por Alicante, pero la sorpresa llegó al lunes siguiente al leer el diario de Sevilla: ‘Mani intentó raptar a la hija de Joanet para salvar al Betis’. Esa fue la anécdota de Alicante».

Joanet

Benito Joanet recordaba ayer haber sabido algo de aquel episodio semanas después del partido ante el Burgos través de José María García. «Si no recuerdo mal, García hizo un comentario en ‘Interviú’ acerca de esa idea del secuestro de mi hija. Sí, me llamó la atención», confesó.

El extécnico herculano, que sigue viviendo en Alicante, recordó que, efectivamente, su hija Ana celebraba ese mismo día la Primera Comunión en la capilla del colegio Calasancio, lugar a donde acudió para acompañarla en el acto religioso tras abandonar durante unas horas la concentración del equipo en el hotel Castilla de Playa San Juan. «Regresé al hotel y recuerdo que comí solo puesto que el equipo ya había almorzado», señaló ayer Joanet.

Finalmente, como era previsible, ni hubo sorpresa en el partido -que acabó con el empate sin goles que salvó al Hércules y al Burgos y envió al Betis a Segunda División- ni hubo secuestro.

Eso sí, el Betis intentó hasta el último momento que el Hércules cambiara de opinión y saliera a ganar un partido en el que le iba la permanencia. De hecho, varios emisarios béticos vieron el choque junto a Ernesto Llobregat, joven defensa alicantino que no había sido convocado, y tomaron asiento en tribuna, debajo de las antiguas cabinas de prensa. Allí, mostraron a Ernesto un cheque bancario con los 15 millones de pesetas. El jugador guardó silencio, pero no había caso. Tanto él como el resto de la plantilla tenían asumido que ese día no se podía dar otra cosa distinta al empate.

El resultado acabó con el esperado 0-0, con Urízar Azpitarte, el colegiado, amenazando a los jugadores con suspender el partido porque «es una vergüenza». Mientras, en la grada, nació con un cántico que todavía se recuerda: «Que se besen, que se besen».

Una nutrida lista de agravios entre Hércules y Betis

El desenlace de la temporada 77-78 fue el primer gran desencuentro de una nutrida lista de agravios entre Hércules y Betis. Tras enviar al club bético a Segunda aquel año, ambos equipos se vieron en una situación similar en la 84-85, también en la última jornada. En aquella ocasión, Betis y Málaga pactaron un empate que llevaba al Hércules a Segunda si no era capaz de ganar en el Bernabéu. Sin embargo, los alicantinos dieron la sorpresa venciendo al Real Madrid, triunfo que condujo al Málaga a Segunda. Años después, en 2010, el Hércules frustró el ascenso del Betis a Primera.