Óscar Díaz ha recobrado sensaciones a las puertas del derbi en el Rico Pérez, la que fue su casa durante la pasada temporada. El delantero madrileño, próximo a cumplir 35 años, atraviesa por un momento dulce sustentado en la confianza y los galones otorgados por el técnico argentino Mario Barrera. Su segundo gol del curso inició la remontada ante el Lleida el pasado domingo en El Collao.

¿Cómo se plantea el regreso al estadio Rico Pérez?

Normal, no es nada del otro mundo. Es un partido más, especial un poco para mí porque el año pasado estuve allí, pero al final son tres puntos que vamos a intentar sacar. Es un derbi, será bonito y hay que intentar ganarlo.

Además, será la primera vez que se enfrente al Hércules desde su salida el pasado verano.

Sí, no tuve ocasión de hacerlo en El Collao en la primera vuelta por acumulación de amonestaciones.

Por cierto, ¿está molesto por no haber cumplido el contrato o ya ha pasado página?

No estoy dolido ni molesto. Simplemente fui allí el año pasado con unos objetivos que no se cumplieron y ya está. Lo mejor para el Hércules y para mí era salir de allí y se quedó bien y todo perfecto.

¿Ve a su exequipo más sólido, con serias opciones de culminar el anhelado retorno a Segunda División?

Sí. El Hércules siempre tiene serias opciones de ascender lo que sucede es que unas temporadas salen bien y otras regular. Al final, tarde o temprano es un club que acabará subiendo de categoría.

El Alcoyano

Ojalá siga la racha. Son tres puntos que para nosotros ahora mismo es oro. Viendo los antecedentes trataremos de mantener la dinámica.

Tiene previsto qué hacer si marca un gol en el Rico Pérez.

Obviamente lo celebraré. Ahora mismo mi club es el Alcoyano. Siempre que me he enfrentado a un exequipo lo he celebrado sin ningún rencor, simplemente mi obligación es celebrar todos los goles que meta con el Alcoyano.

La llegada al banquillo de Mario Barrera le ha otorgado protagonismo dentro del equipo emergiendo su mejor versión. ¿Cuál es el secreto?

El míster ha tranquilizado un poco al vestuario y está trabajando muy bien el aspecto psicológico y en darnos confianza que es algo que nos estaba faltando las últimas jornadas. Los jugadores lo están entendiendo y ahora mismo vamos a muerte con el entrenador y el cuerpo técnico y viceversa. Sabemos de lo complicado de la situación y por esa estamos más unidos que nunca.

El último triunfo ante el Lleida, por la manera en que se produjo, ha significado una inyección anímica para la plantilla.

Nos hacía falta tanto a la plantilla y al club como a la afición. Ha servido un poco de unión entre todos y ver que se puede y que vamos a luchar hasta el final del último partido.

La actitud del equipo está siendo irreprochable. Es otra de las claves.

Es lo que se nos exige porque nos pueden salir bien las cosas o mal, pero dejarte la vida en ello es lo mínimo que se nos tiene que exigir.

Visto el desenlace del último partido, se corrobora más si cabe que la salvación pasa El Collao.

Está claro que al final jugar en casa más partidos que fuera después de la última experiencia nos beneficia. Somos conscientes de que gran parte de la salvación pasa por sacar adelante los encuentros delante de nuestra afición.

Esta temporada el equilibrio está marcando el desarrollo de la competición.

Sí, nos da igual quién venga a jugar a casa o adónde vayamos. Todos los puntos son importantes y cuestan lo mismo. Prácticamente no tenemos margen de error.

Depender de vosotros mismos es un factor importante.

Así es. Van a venir a El Collao rivales directos y nosotros también tendremos que visitar algunos campos de equipos implicados en la permanencia. No queda otra. Sabemos que nos quedan por jugar siete finales y que tenemos que salvarnos.

¿Qué mensaje trasmitiría a la afición?

Nos vamos a dejar la vida por este club. A nadie le gusta tener en su currículum un descenso. Personalmente tuve uno y me dolió mucho porque es una mancha que se queda ahí. Vamos a intentar arreglar esta temporada tan extraña y sacarlo adelante.