Mario Alberto Kempes Chiodi (Bell Ville, 1954) vuelve hoy a Alicante. El astro argentino, campeón y máximo goleador del Mundial de 1978, regresa al Rico Pérez por vez primera desde que en enero de 1986 dejara el Hércules para irse al fútbol austriaco. INFORMACIÓN le rinde hoy (11 horas) un afectuoso homenaje en el estadio. El acto, presentado por Toni Cabot y Raúl Ruiz, es abierto al público.

¡Vaya semana más frenética lleva en Valencia!

Desde luego, pero está siendo espectacular. Estoy contento por el centenario del club y por la acogida de mi biografía que mañana [por hoy] presentaré en el Rico Pérez.

¿Llevaba mucho tiempo sin estar en España?

Casi cinco años, ahora vivo con la familia en Estados Unidos y trabajo para la ESPN de comentarista deportivo.

¿Y en Alicante, donde hoy será homenajeado por INFORMACIÓN?

Mucho. Desde la última vez, como se suele decir (risas). Me despedí cuando me fui a Austria [en enero de 1986] y ya no volví más.

¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza al oír hablar del Hércules?

Mi primera imagen es la salvación en el 85 del Santiago Bernabéu. ¡Vaya partidazo hicimos!

¿Y de qué persona se acuerda más?

De aquel arquero grandote que trabajaba con nosotros. ¿Cómo se llamaba?

Imagino que habla de Humberto, El Nene.

¡Eso! Me he acordado muchas veces de él. ¡Vaya asados hacíamos en los bajos de la grada de Tribuna! Sé que falleció, sentí su pérdida. Era un buen personaje.

¿Fue con quien más migas hizo?

Seguro, también de la gente que cuidaba la cancha, que era la que preparaba el fuego. Fue una gran época. Villanova también se apuntaba a los asados y nos juntábamos varios del equipo.

¿Cómo se gestó su fichaje por el Hércules?

El entrenador Carlos Jurado me vino a buscar a Valencia. Me dijo «soy el entrenador del Hércules y quiero que juegues con nosotros».

¿Y usted qué hizo?

Nos sentamos en un café y acepté encantado, yo no tenía equipo. Pero le puse una condición.

¿Cuál?

Que me diera una semana para ponerme más o menos en forma. Le dije que llevaba cuatro meses sin darle al balón, pero que corría todos los días. Y así fue.

Y se reinventó en el centro del campo...

Jugué un poco más retrasado, sí. Hacía mucho tiempo que no jugaba de nueve. Me dejaron tirarme un poco más para atrás y me sentí muy cómodo.

Una estrella como usted podía jugar donde quisiera...

Bueno, no crea. Es que por la izquierda estaba jugando Reces, Petursson arriba y Sanabria de siete. Así que la delantera estaba completa y buscamos un sitio para amoldarme yo.

De esa humildad nos hablaban sus compañeros esta semana.

Es que no solo somos futbolistas, también compañeros y puede haber incluso amistad. Para mí eso fue siempre importantísimo, el jugador pasa, la persona se queda.

¿Tiene ganas de reencontrarse con ellos?

Mucho. ¡Espero reconocerlos! Ha pasado mucho tiempo y hemos cambiado un poquito. Será un momento muy lindo.

¿Se atreve a repetir el gol olímpico?

Qué va (risas). Ahora necesito patear tres veces el balón para que llegue. Uno al área grande, otro para la pequeña y ahí ya puede que la meta.

¿Ya no se viste de corto?

Camino dos horas todos los días, pero luego necesito recuperarme.

¿Pero ese córner que le marcó al Atlético de Madrid lo tenía practicado?

Para nada. Quizá había marcado en Argentina alguno, pero en España nunca. Aquel partido lo perdíamos y ese gol fue el empate. No lo merecimos porque nos pegaron un baño tremendo.

Una lástima que tras su adiós bajara el equipo a Segunda.

Ese año íbamos bien, tranquilos. No sé qué pasó luego. Lo seguí de lejos y fue cayendo poco a poco.

¿Puede tener tanta dependencia un equipo de un jugador?

No lo creo. Quizás se resintieron por los goles, pero nunca un jugador marca tanto la diferencia. Yo aportaba lo mío, sin más.

Fue breve su paso por el Hércules, pero se le tiene en la más alta estima.

Un recuerdo breve, pero bueno. Dos veces bueno si es poquito, que se suele decir.

¿Ha vuelto a ver sus goles como blanquiazul?

Justo estuve ayer [por el jueves] viendo un vídeo de jugadas y Dios, ¡cómo estaba esa cancha! La gente, incondicional en las gradas, pero el césped...

Una alfombra, imagino...

(Risas). Había que atar el balón con un hilito para que no se escapara. Tremendo.

Ahora el césped está perfecto y el equipo en Segunda B.

Nunca llueve eternamente.

¿Qué mensaje envía a la afición?

Que tengo una ilusión grande de verlos y recordar viejos tiempos. Quiero encontrarme con todos los que fuimos felices entonces.