Encumbrado hasta lo más alto en el Valencia y en el fútbol español, Waldo Machado Da Silva (Niterói, 1934) recaló en el Hércules en el verano de 1970. El Hércules buscaba un salto de calidad para afrontar con garantías su regreso a Segunda División tras dos años en el infierno de Tercera y el brasileño, que había finalizado su etapa como che, se puso a tiro.

El 6 de agosto del citado año el Hércules, entrenado por César, se vestía de largo ante su afición sobre el césped de La Viña. La novedad era la presencia del guardameta Bermúdez, captado del Celta de Primera División, todo un valor seguro. Ese movimiento había desplazado al arquero Rosas, habitual en el bienio en Tercera, al Cartagena.

La presentación, con buena presencia de público en las gradas del estadio de La Florida, terminó con una propuesta ambiciosa del presidente blanquiazul, Tomás Tarruella: «Nuestra meta es llegar a Primera División». El Hércules tardaría cinco años en terminar el reto, pero durante la puesta de largo del equipo de aquella tarde de agosto saltó la sorpresa. El brasileño Waldo, segundo máximo goleador histórico del Valencia con 157 tantos oficiales, estaba en Alicante sin equipo. El técnico del Hércules, César Rodríguez, confirma la inminente incorporación: «He mandado al directivo Jesús Berenguer para que cierre el fichaje».

Al día siguiente Waldo visitaba La Viña, ya como jugador del Hércules a todos los efectos, y conversaba brevemente con César. Waldo era el primer pichichi de Primera División (había marcado 24 goles en la 66-67) que recalaba en el Hércules como jugador. César, su interlocutor, también lo había sido en la 48-49.

El paso de Waldo por el Hércules fue discreto (jugó 19 de las 38 jornadas) y sólo marcó un gol, un fortísimo disparo de falta -suerte que siempre le caracterizó- que tocó el larguero contra el Calvo Sotelo. Aquella temporada fue la única en la que coincidió con su hermano Wanderley, con menos recorrido pero que había hecho 71 goles entre Primera y Segunda. En Alicante se quedó a cero.

José Juan, compañero de Waldo en el Hércules, recordaba ayer el talento del brasileño, pese a que la de Alicante fue su última temporada como profesional: «Tenía una calidad enorme, era un delantero centro con mucho dribbling, te amagaba y te dejaba sentado. Se compenetró bien con Marcos, que era más de choque, y que marcó 15 goles aquel año gracias al trabajo de Waldo».

Waldo falleció en la noche del lunes en Burjassot en una residencia tutelada por la Asociación de Futbolistas del Valencia.