Grito en el cielo del Hércules por la permisividad arbitral sufrida el pasado domingo en la Nova Creu Alta y que terminó con el central Pablo Íñiguez pernoctando en un hospital de Sabadell.

«Me gustaría quedar bien y decir que esto son cosas del fútbol, pero no debería ser así. Sigan sin castigar entradas desproporcionadas, más propias de lucha libre o fútbol americano. Como siempre, hasta que no ocurra alguna desgracia no se cambiarán las normas». Así de indignado se mostraba ayer un accidentado Íñiguez en su cuenta de Twitter.

Al final, un susto mayúsculo que aparentemente solo quedará en una desagradable anécdota. Pablo Íñiguez regresó ayer en tren desde Sabadell después de pasar la noche en la Clínica Quirón y tras quedar descartada cualquier lesión seria, según los resultados del TAC que se le efectuó.

El jugador burgalés del Hércules recibió una fuerte entrada del ariete arlequinado Arturo en el minuto 90 y cayó desplomado. Las asistencias sanitarias saltaron rápidamente a atenderlo sobre el césped, pero el jugador se incorporó y hasta terminó el partido, apenas un par de minutos de tiempo añadido. Una vez dentro del vestuario visitante, las alarmas volvieron a saltar porque el jugador se encontró desorientado y mareado. El Hércules agradeció públicamente la atención recibida por parte del médico del Sabadell y Pablo Íñiguez fue desplazado ipso facto en camilla y con collarín a la Clínica Quirón, donde fue sometido a todo tipo de pruebas.

Con el equipo de camino a Alicante, el central del Hércules pernoctó en Sabadell junto al fisioterapeuta de la primera plantilla. Ambos regresaron ayer en tren desde Barcelona, aunque Íñiguez se quedó en Valencia, donde tiene fijada la residencia su familia. Allí permanecerá hasta mañana miércoles, donde volverá a Alicante para ponerse a las órdenes de Planagumà. Casi 48 después del brutal impacto, el futbolista continúa con dolores de cabeza y se le seguirán realizando pruebas rutinarias para asegurar su integridad.

El colegiado del partido, el navarro Julio Fermín Leo Ollo, únicamente le sacó tarjeta amarilla al infractor de la falta, el ariete del Sabadell Arturo y así lo reflejó en el acta. «En el minuto 89 el jugador (18) Rodríguez Pérez-Reverte, Arturo Juan fue amonestado por el siguiente motivo: impactar con su brazo en un adversario de modo temerario».

La crítica del propio Íñiguez en redes sociales ya venía precedida de la de su técnico, un Lluís Planagumà que recalcó que esa permisividad arbitral no era novedad. «Por suerte está vivo», comenzó el entrenador la rueda de prensa tras presenciar cómo Íñiguez era evacuado del estadio en camilla. «No es la primera vez que los rivales cometen estas acciones bruscas contra nosotros», apuntó Planagumà.

La primera temporada de Pablo Íñiguez en el Hércules está siendo, a buen seguro, la que más sobresaltos le está dando en toda su carrera. Titular indiscutible en el centro de la zaga desde su llegada, el primer contratiempo de Íñiguez se produjo en el Municipal de Cornellà, en la jornada 6, al darse un golpe en el costado con un aspersor que le tuvo dos semanas en el dique seco.

Apareció de nuevo en la jornada 9, contra el Badalona, pero a la semana siguiente sufrió un cólico nefrítico que le impidió de nuevo viajar con el grupo a Lleida y a Olot, siete días más tarde. Tras ello, permaneció en el banquillo ante Castellón y Alcoyano, partidos en los que el castellonense Pol Bueso ocupó el puesto de central zurdo. En el choque contra el Ejea regresó a la titularidad y el domingo en Sabadell volvió a sufrir otro percance que con toda probabilidad le provocará no ser de la partida este domingo (Rico Pérez, 18 horas) ante el colista Peralada. «Todo quedó en un susto. Ahora mismo estoy con dolor en el cuello, veremos qué tal evoluciono», expresaba ayer el propio Íñiguez.