El Hércules se reencontró ayer con una necesaria victoria después de tres jornadas consecutivas sin ganar que le devuelve la confianza en sí mismo y le reengancha a la lucha por el primer puesto. Fue un triunfo cómodo, encarrilado pronto y facturado en los primeros 45 minutos, que se cimentó en la recuperación del esquema de juego habitual del equipo (un 4-4-2 presionante) y de los hombres que marcan la diferencia en este grupo y en la categoría. Lejos de los experimentos de El Collao, el técnico Lluís Planagumà introdujo hasta seis cambios con respecto al duelo ante el Alcoyano y la lógica le premió con una de las victorias más plácidas y convincentes del curso.

El preparador catalán elogió el papel clave del público del Rico Pérez en el primer partido en casa tras la vergonzosa reyerta de hace 15 días frente al aparcamiento del estadio entre seguidores radicales del Hércules y el Castellón. Ayer sólo se habló de fútbol en el coliseo blanquiazul y un poco de balonmano porque bastantes aficionados blanquiazules se pasaron tras el partido por el Pitiu Rochel para presenciar el último choque de las Guerreras frente a Brasil. Mientras, en el palco, caras de alivio y satisfacción entre los propietarios del club y su gente por el balón de oxígeno llegado desde el Tribunal de Justicia de la UE que paraliza por el momento la devolución de los siete millones de euros por las ayudas públicas presuntamente ilegales.

Acierto en ataque

Eficacia y primer gol pronto para tomar el mando del duelo y disipar las dudas iniciales

Los hombres de Planagumà tienen la consigna de arrancar a todo trapo los partidos e intentar marcar lo antes posible, pero el modesto Ejea sorprendió de inicio al Hércules con un par de acciones a balón parado, que no fueron bien defendidas y sembraron algunas dudas entre el equipo y la parroquia.

Sin embargo, el equipo alicantino encontró ayer la eficacia que tanto ha echado en falta otras tardes para anotar el 1-0 en su primer remate a puerta en el minuto 27 y cerrar esa fase de dominio alterno. Fue una triangulación preciosa, limpia, iniciada por Adrián Jiménez en el costado izquierdo, que filtró un buen pase a Emaná para que el camerunés asistiera a Carlos Martínez, el jugador diferencial de este Hércules, que asistió a Chechu Flores al filo del descanso para finiquitar la contienda. Funcionó, por fin, la conexión entre los dos delanteros y también mejoró mucho esa banda izquierda (Adrián-Chechu) para equilibrar el juego por fuera, que tiende a volcarse casi siempre por la derecha con la dupla Juanjo Nieto- Pol Roigé.

Orden y equilibrio

El compás de Diego Benito y el liderazgo de Fran Miranda cierran el debate del trivote

Además del gran partido de Carlos Martínez, máximo realizador de este grupo con cuatro dianas y que había sufrido molestias musculares toda la semana, los mejores momentos del Hércules en este primer acto los brindó Diego Benito, el arquitecto del juego, que eligió siempre bien para acelerar o dar pausa cuando lo requería el partido. También dejó algún detalle de calidad en un control con giro que encandiló a la grada. Para que luzca el compás del centrocampista madrileño también es necesario el empuje, el gran sentido defensivo y el liderazgo que aporta su escolta en la zona central, Fran Miranda, otro nombre propio destacado dentro del buen tono general del equipo.

Exceso de relajación

Segunda parte a medio gas, aunque sin sufrimientos y de nuevo con la portería a cero

Dos goles en apenas 15 minutos consiguió el Hércules para sorpresa del respetable, habida cuenta de las dificultades para ver puerta que arrastran los de Planagumà durante toda la campaña. De modo que la gente les despidió al descanso con una ovación y la segunda parte fue más anodina al entregarse el Hércules a eso que se denomina «fútbol control» y que el técnico catalán identifica como «mini partidos». Bajó demasiado pronto la persiana al partido el cuadro alicantino, que apenas disfrutó de oportunidades, salvo un centro con mucho veneno de Juanjo Nieto y dos al final del infortunado Carlos Fernández, que volvió a estrellarse con el palo. Más serio y sobrio que brillante, también es cierto que el Hércules apenas sufrió tras la reanudación y Falcón sólo tuvo que intervenir en el último suspiro para salvar el gol del Ejea, tal y como hizo al principio del partido en el que el conjunto blanquiazul recobró la lógica y la autoestima.