Un páramo desabrigado, lleno de matorrales y con un silencio que impone. Así están a día de hoy las instalaciones deportivas que usó el Hércules entre enero de 2007 y febrero de 2017 en Fontcalent. Unas dependencias de nivel abandonadas hace algo menos de dos años y donde solo las porterías dan fe de que por ahí desfiló, entre otros muchos, un campeón del mundo de la talla de David Trezeguet.

La actual resiembra del Rico Pérez, cuyo césped llega entre algodones para el partido de mañana (18.00), ha provocado que el Hércules haya entrenado en tres instalaciones distintas en los últimos 20 días. Del coliseo blanquiazul el conjunto de Planagumà hubo de desplazarse al campo de atletismo Joaquín Villar, donde ya entrenó en pretemporada y donde ha alternado desde el adiós de Fontcalent. Esta semana la celebración de unas jornadas escolares en el campo de atletismo ha obligado el Hércules a ejercitarse sobre el nuevo césped artificial del Monte Tossal, del agrado de Planagumà.

Pese a no haber polémica alguna en torno al enclave donde celebrar las sesiones de trabajo (el Hércules volverá a centralizarlo todo en el Rico Pérez tras la resiembra), sí que volvieron a saltar a primera plana las instalaciones de Fontcalent, principalmente tras el susto de Carlos Martínez al pisar un agujero en el campo de atletismo.

El propio capitán del Hércules, Chechu Flores, se pronunció al respecto: «Entrenar en Fontcalent era un lujo estando en Segunda B, tenía unas condiciones inmejorables, pero volver ahí no depende de nosotros. Si piensan en regresar, bienvenido sea». Difícil porque su rehabilitación costaría unos 60.000 euros y precisamente ahorrarse esta cifra fue el motivo del abandono en febrero de 2017.

La construcción del campo de entrenamiento sobre el terreno de Fontcalent, propiedad de Enrique Ortiz, tuvo alguna complicación debido a que el suelo fue considerado como rústico no urbanizable, lo que obligó al club a construir vestuarios, gimnasio y sala de prensa en casetas prefabricadas.

A vueltas con un campo propio

Las instalaciones de Fontcalent se convirtieron en las primeras que tenía en propiedad el Hércules para entrenar (amén del estadio) en toda su historia. Algo que siempre persiguió y que nunca llegó a tener. Ese discurso, presente desde hace décadas, lo rescató hace unos meses Quique Hernández en su llegada a la presidencia. Entonces el extécnico de Anna recordó que uno de los objetivos del club volvía a ser la construcción de una ciudad deportiva propia. Tras su adiós todo se ha vuelto a difuminar.

Mientras, el Hércules, que también empleó el pasado curso las instalaciones del Club Atlético Montemar de manera puntual, espera regresar cuanto antes a Segunda División para volver a intentar gozar de un campo de ensayo en el que, al menos, no entrenen otros deportistas.