Hace casi un mes que Quique Hernández presentó su dimisión irrevocable como presidente del Hércules y desde entonces poco o ningún movimiento se ha registrado en torno al sillón presidencial del Rico Pérez. El pasado 4 de octubre, el dirigente valenciano presentó su carta de renuncia definitiva para sorpresa de los dueños Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez, ambos acostumbrados a que el valenciano amagara pero nunca golpeara. De hecho, Hernández reconoció horas después que era su tercera dimisión porque ya quiso irse por desavenencias con la campaña de abonos y antes del Ebro-Hércules, partido al que no viajó como siempre hacía lejos de Alicante.

Ha pasado un mes y parece claro que Ortiz y Ramírez no tienen prisa por llenar el vacío dejado por el expresidente, sobre todo el primero, que es el que sigue teniendo la sartén por el mango. Como siempre. De hecho, salvo sorpresa, hasta final de año no habrá novedades. Es un secreto a voces que Ortiz tratará de seducir de nuevo a Hernández, con quien guarda amistad. El extécnico fue claro en su rueda de prensa de despedida: «Había quedado con Enrique (Ortiz) pero no he ido porque si no me iba a llevar al huerto como siempre, esta vez me voy de verdad». Ya se han registrado algunos movimientos del entorno del empresario alicantino dirigidos hacia Hernández, pero este no se plantea por ahora el regreso. No sería serio ni tampoco se dan las circunstancias propicias, ya que sería difícilmente explicable que volviera a la poltrona sin que se hubiera producido ningún cambio significativo dentro de las oficinas del Rico Pérez. Y estos cambios tienen nombre propio: el director de marketing Germán Antón y el empresario Juan Carlos Ramírez. Incluso el actual director general Carlos Parodi podría verse señalado.

Hernández reconoció en su despedida que no tenía «ningún feeling» con Ramírez, con quien choca en el fondo y en las formas, aunque realmente no hubo ningún asunto de especial relevancia que fuera el detonante de su adiós. Tampoco comulgaba el expresidente con las prácticas del responsable comercial y de marketing Germán Antón. El exdirigente sólo aseguró públicamente que era «vergonzoso e incomprensible» que las vallas del Rico Pérez estuvieran casi todas vacías y llegó a denunciar, sin pruebas ni dar más detalles, que se cometían «auténticas barbaridades». Pero Antón y Ramírez guardan una estrecha relación personal. De hecho, ambos (y sus respectivas parejas) pasaron el pasado fin de semana en Lleida, donde acudieron al Camp d'Esports para ver en directo la victoria del Hércules (0-1).

Tampoco tiene feeling con el empresario vasco el director deportivo y yerno de Ortiz, Javier Portillo, uno de los grandes valedores de la llegada de Hernández a la presidencia hace ocho meses. Con el valenciano como presidente, el exjugador se sentía fuerte en su parcela, sin injerencias.

Lo que parece claro es que por muchas presiones que reciba, Ortiz no dejará de contar con Ramírez en esta aventura del Hércules en Segunda B. Solo hay una razón y es sencilla: es el único empresario dispuesto a poner dinero en este club al borde de la liquidación y al que le persiguen las deudas, Hacienda y las urgencias de su propia historia casi centenaria.

Desde que Hernández dimitiera, ha sido el director general Carlos Parodi (a quien Ramírez quiso relegar en multitud de ocasiones) el encargado de representar al club en todos los actos e incluso habló en representación del Hércules tras el conflicto con el Valencia por el veto a los aficionados alicantinos. Pero Parodi está descartado en la carrera por la presidencia debido a su impopularidad en la afición. Es el brazo derecho de Ortiz y llegó hasta la presidencia, pero con la irrupción de Ramírez fue desautorizado e incluso anunció, entre lágrimas, su salida del club, algo que nunca sucedió ya que siguió trabajando dentro de las oficinas porque el empresario alicantino no le encontró (o no quiso encontrarle) otro destino dentro de su grupo de empresas.

Tampoco regresará a la presidencia Valentín Botella, relegado actualmente a la segunda línea aunque continúa como consejero y presidente de la Fundación Hércules.

Ortiz quiere al frente del club a un persona con calado y carisma en la afición y la figura de un exjugador también ha sido contemplada, pero parece lejana debido a la precaria situación económica de la entidad. Hernández desarrolló, en sus ocho meses de mandato, una importante labor social y tendió puentes con diferentes colectivos como las escuelas deportivas, los veteranos, la Federación de Hogueras, la Semana Santa, además de sacar adelante una campaña de abonos con más ventajas que la de cursos pasados y que por fin fue bien recibida. El valenciano ahora ve los toros desde la barrera, no ha vuelto a pisar el Rico Pérez y asegura que no tiene intención de hacerlo mientras no haya cambios sustanciales. Pero si algo ha quedado claro en este club desde que Ortiz llegó (hace 20 años) es que todo puede pasar.