Quique Hernández no dio ayer opción a un cambio repentino de rumbo en su decisión de dimitir como presidente del Hércules: «He venido a dar directamente esta rueda de prensa sin reunirme con Enrique (Ortiz) porque al final siempre me lleva al huerto y me convence». El ya exdirigente tenía a primera hora una cita con el empresario alicantino a la que no acudió ya que esta vez su dimisión era definitiva. La tercera desde que hace ocho meses llegara al sillón presidencial.

Tal y como adelantó este diario, Hernández presentó por escrito su renuncia el pasado jueves «por la falta de confianza» demostrada hacia él por Ortiz y, sobre todo, por Juan Carlos Ramírez, al que todas las miradas apuntan. «Ya sabéis todos que no tengo 'feeling' con él, ni él conmigo», admitió ayer el valenciano en la sala de prensa del pabellón Pitiu Rochel. El Hércules puso a su disposición la del Rico Pérez, pero Hernández rechazó la propuesta y eligió un lugar «neutro».

El extécnico, que a finales de mes cumple 60 años, desveló que llegó a presentar su dimisión hasta en tres ocasiones, la primera con motivo de los precios de la campaña de abonos y la segunda días antes del Ebro-Hércules, partido al que no acudió. Esta vez, la definitiva, el detonante ha sido la disparidad de criterios respecto al regalo de invitaciones a los colegios y escuelas deportivas. «Es una salvajada pensar más en hacer taquilla que en que haya más gente en un estadio en el que caben 30.000 personas. Yo soy hombre de fútbol y sé lo importante que es para los jugadores sentirse arropados como lo están ahora», explicó.

Hernández quiso despedirse sin alzar demasiado la voz y evitó palabras altisonantes, pero sí cargó con dureza, sin pronunciar su nombre, contra Germán Antón, cuya empresa gestiona la publicidad y el marketing del Hércules desde hace años y persona muy vinculada a Ramírez: «No podía mirar hacia otro lado ante las barbaridades que veía, como vallas vacías o gente que representa al club ante instituciones y entidades y que no debe hacerlo». Cuestionado por si podía profundizar sobre las «barbaridades», el exdirigente respondió: «Yo ya las he puesto varias veces en conocimiento de los que mandan y si no hacen nada, es su problema, ellos sabrán por qué».

Hernández agradeció las numerosas muestras de cariño recibidas desde que este diario publicó su decisión de dimitir y se emocionó al recordar cómo se lo había comunicado a sus hijos: «Al final mi mujer se lo ha explicado muy bien y yo creo que es el resumen perfecto: cuando uno no está a gusto de los sitios, lo mejor que puede hacer es irse».

El expresidente insistió en que Ortiz sigue siendo su «amigo», dejó claro que el director deportivo Javier Portillo ha podido trabajar «con total autonomía» y deseó que su abrupta salida no afecte a la buena dinámica del equipo de Planagumà, que lidera el grupo III de Segunda B. «Esto no les tiene por qué afectar, hay que confiar en ellos porque tenemos buen equipo, un gran entrenador que ha sido un acierto ficharle y todo pinta bien. No será un camino de rosas pero el Hércules volverá pronto al lugar que merece», concluyó Hernández.