Que el Cornellà tiene un mérito considerable está claro. Son muchos los motivos que lo convierten en un club minoritario en este grupo de Segunda B. Las limitaciones económica y de instalaciones lo marcan en corto. De ahí que la intervención de Jordi Roger haya sido providencial para el crecimiento deportivo del club. Ha luchado con los favoritos estas últimas campañas. La eficacia goleadora de Enric Gallego también ayudó lo suyo. Ahora, ni uno ni otro están. Aún así, la entidad verde no solo sigue fabricando canteranos competitivos, sino que le ha dado las riendas al que fuera segundo de Roger las dos últimas temporadas, Xavi Calm. Difícilmente se podía encontrar un entrenador con mejor apellido para encarar una etapa de transición. Calm necesita paciencia y confianza en su trabajo, porque es su primera andadura en solitario al frente de un banquillo en Segunda B. Aunque el Cornellà se ha acostumbrado a ser un rebelde y si los resultados se estancan durante mucho tiempo quizá afloren los nervios. La paciencia en el fútbol parece que solo es de los ingleses. Para amortiguar los golpes, Calm cuenta con la experiencia de Jordi López, que tiene 36 años como él y acaba de retirarse de los campos después de haber pasado por Castilla, Sevilla (campeón de la UEFA de 2006), Mallorca, Racing y Swansea. Huele a que puede ser una buena dupla. Para alcanzar el éxito, Berizzo dice: «No se puede vivir plácidamente siendo entrenador».