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Carlos Fernández: «Forcé y puse en peligro mi futuro»

Carlos Fernández (Úbeda, 1991) está de vuelta con la rodilla completamente recuperada y la mente limpia. En su segunda temporada en el Hércules

Carlos Fernández: «Forcé y puse en peligro mi futuro»

Contador a cero. Punto de partida. Carlos Fernández (Úbeda, 1991) está de vuelta con la rodilla completamente recuperada y la mente limpia. En su segunda temporada en el Hércules, ha perdido el sitio fijo que se ganó en la delantera al principio del curso pasado. Sentó a Óscar Díaz sin levantar la voz y ahora confía en hacerse un hueco entre Carlos Martínez y Emaná si alguno se despista. La soledad del que acude cada día a rehabilitación, del que se queda desentrañando silencios en la enfermería, ya es pasado... ahora le toca escribir la historia más bonita, su historia con el gol.

¿Qué tal va la rodilla?

Es agua pasada, estoy totalmente recuperado.

¿Se le hizo largo el proceso?

Sí, porque lo arrastraba desde noviembre, pero, desde la operación, todo fue perfectamente desde el principio. Físicamente estoy muy bien y en el campo ya no noto nada, ha ido todo bastante mejor de lo que imaginaba. No estoy al 100%, pero casi.

¿Qué supone para usted esta temporada que empieza ahora?

Es un año ilusionante, uno que me debe servir para olvidarme del año pasado, para pasar página. La afronto con muchas ganas, muy motivado y convencido de que vamos a lograr el objetivo.

Dígalo en alto, no le dé miedo?

(Risas). Bueno... sí, vamos a conseguir el ascenso.

En el periódico no hemos dejado de publicar que el club buscaba otro delantero, ¿cómo lo vive un futbolista?

En mi caso, con normalidad. Este es un club de máxima exigencia y siempre va a buscar competencia en todas las posiciones.

La fe que ha demostrado la dirección deportiva en usted ha sido grande desde el principio, ¿le reconforta?

Estoy muy agradecido por el trato que me han dispensado, por como me han tratado en todo momento. Han tenido mucha paciencia, no me han forzado nunca, me han ayudado en la recuperación? Gracias a eso estoy recuperado al 100% y ahora lo que deseo es poder devolverles todo ayudando al equipo a subir a Segunda.

Cuando un delantero no mete goles siempre se dice de que el problema está en su cabeza, en la obsesión, en la presión que genera que la pelota no entre? ¿Es verdad eso?

Es normal que la gente hable de eso, que se critique al delantero que falla los goles, pero no puedes dejar que eso te afecte más de la cuenta. Cada uno se pone un límite de exigencia y cada uno es muy consciente de las cosas que debe mejorar, en qué debe trabajar más. Yo trato de no pensar mucho en lo que me llega desde fuera porque nadie mejor que yo sabe si lo estoy haciendo bien o mal.

¿Por la noche, se lleva ese runrún al cama con usted?

Cuando vienen malas rachas le das más vueltas a las jugadas, a los fallos? Pero lo mejor es desconectar, no quedarse clavado en el error, sino centrarse en meter la siguiente, porque siempre habrá una siguiente. Un delantero tiene que tener despejada la mente lo máximo posible.

¿Un año después, el Hércules es como le contaron, hay algo que le haya sorprendido?

Aquí sientes desde el primer momento que estás en un club grande porque el nivel de exigencia es máximo desde que entras en el vestuario. Sientes la obligación de este club de ganar, de volver al fútbol profesional, y lo sientes en todo lo que haces,en lo que te dice la gente por la calle, en lo que lees. Sabes que estás jugando en un club que necesita siempre lo mejor de cada uno.

Cuando cierra los ojos, ¿cómo ve su segundo año en Alicante?

Con positivismo y con unas ganas enormes. Tengo la corazonada de que se están haciendo muy bien las cosas desde el principio y ojalá que este sea nuestro año.

Con sólo un partido, se ha generado una ola de ilusión en torno al tándem Emaná-Carlos bastante notable, ¿sorprende?

En absoluto. Son muy buenos y con una gran trayectoria en la categoría. Cuanta más competencia exista, mejor para el grupo.

¿Cómo de solo se queda un delantero que no logra marcar?

La gente se suma siempre al carro ganador. En los momentos no tan buenos desaparece mucha gente, pero en mi caso, los más allegados, están a mi lado siempre pase lo que pase. En el deporte, como en la vida, es difícil que la gente se interese por ti cuando no te acompaña la suerte, pero es algo con lo que hay que asimilar cuanto antes.

Vuelva un año atrás. Vuelve a recibir la llamada de Javier Portillo. Con todo lo que sabe ahora que pasaría en la temporada, ¿qué le respondería?

Rotundamente que sí.

La grada siempre le ha reconocido su entrega, en ese sentido nunca dudó de usted. ¿Le ayudó eso en algo?

Sí. Y tal vez por eso forcé más de lo que me dictaba el diagnóstico médico. Eso pasó factura, pero los futbolistas rara vez juegan sin molestias. Cuando en febrero pasé por el quirófano fue porque ya no podía más. Ya no podía ayudar al equipo y tampoco me estaba ayudando a mí, mas bien era al revés.

Allí, en la camilla, sabiendo que el periodo de recuperación iba a ser largo? ¿se llegó a preocupar?

Claro, fueron días muy difíciles. Forcé tanto que puse en peligro mi propio futuro y así me lo hicieron ver los médicos. Pero no me arrepiento, ayudé cuanto pude mientras pude. Ahora ya no pienso en ello, ahora me siento bien y creo que este puede ser un año muy bonito.

Con todo, ¿el fútbol está en deuda con usted?

No lo creo. Soy un futbolista muy trabajador y las cosas no llegan por deudas con el destino, sino con esfuerzo, con entrega cada día y en los partidos. De eso no tengo duda.

¿Qué daría usted por marcar el gol del ascenso?

(Respiración profunda) Todo lo que tengo. Sería un sueño para mí porque habríamos hecho realidad el deseo de muchísima gente. Sería maravilloso.

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