Control de euforia, activado. El Hércules de Lluís Planagumá sigue cogiendo forma. A diez días del inicio de la competición, los argumentos futbolísticos del Hércules empiezan a definirse. Sin embargo, tras el partido de presentación frente al Murcia del pasado miércoles, sin necesidad de sacar conclusiones grandilocuentes, se puede convenir que la pareja ofensiva, la que conforman Carlos Martínez y Stéphane Emaná, empasta sobre el césped.
En su primera comparecencia juntos, y tras solo una semana de entrenamientos comunes, los dos delanteros idearon una sociedad muy productiva que permite pensar que, este año sí, el Hércules dispone de un ataque prometedor. La titularidad de ambos, si nada se tuerce, parece garantizada en el sistema 4-4-2 que pretende defender el preparador blanquiazul como primera opción. De hecho, el 1-0 que le endosaron al Real Murcia sirvió como muestra paradigmática de las cualidades de ambos. El desmarque del camerunés que arrastró a los centrales permitió al catalán recibir la asistencia de Pol Roigé al borde del área libre de marca y definir con un golpeo seco y sutil.
La ovación que les tributó el estadio cuando fueron sustituidos a la vez en el segundo tiempo avala esta impresión periodística. Emaná juega para él (sabe fabricarse sus propios tiros a puerta) y para los demás. Su dinamismo genera espacios, activa la línea de presión tras pérdida y ofrece soluciones a los centrocampistas abriendo líneas de pase. Por su parte, Carlos, ofrece visión, control del juego y, por descontado, definición. La comunión de los dos delanteros fue los más reseñable del duelo contra el Murcia de Manolo Herrero porque las sensaciones que dejaron no pudieron ser mejores.
«Stéphane es un jugador increíble. Tiene gol, es muy completo, un portento físico, y creo que nos podemos compenetrar muy bien», explicó ayer el futbolista más determinante del Hércules. Sin embargo, aún les resta margen de mejora a los dos. «No creo que pueda llegar al 100% al inicio de la competición, todavía me queda para eso. Pero es difícil que nadie llegue a tope, ni en este equipo ni en los otros. Estoy convencido de que vamos a iniciar el curso en unas condiciones muy buenas, las mejores posibles para las alturas de año en las que estamos», advierte el catalán, consciente de que la Segunda B se hace muy larga y hay que saber regular las cargas para no desfondarse.
Chechu-Juli, cambio de rol
El once titular que debutará en Liga, frente al Ontinyent de David Torres, el 26 de agosto (20.30 horas, Rico Pérez), se parecerá mucho al visto en el Trofeo Ciudad de Alicante. La sanción de cuatro partidos a Álvaro Pérez y la ausencia de un sustituto para Nani deja la linea defensiva bastante definida; el doble pivote 'Candela-Benito' es inamovible a falta de cerrar el fichaje de un mediocentro creativo; las bandas las deben ocupar de inicio Roigé y José Fran, que son los futbolistas más específicos, y la delantera ahora mismo resulta innegociable.
Eso convierte a Chechu y Juli, dos de los capitanes, en firmes candidatos a suplentes, un perfil con el que jamás han estado familiarizados. Planagumá prefirió que no disputaran ni un minuto ante el Murcia para evitar sobrecargarlos después de un mes de trabajo físico intensivo que ambos han acusado. No obstante, la ventaja con respecto al último curso es flagrante: mientras que la temporada anterior debían jugar sí o sí por necesidades imperativas, porque nadie era capaz de dar lo mismo que ellos (estuvieran o no en forma); en ésta, las alternativas son tan sólidas que hay margen para concederles el espacio que precisan para desarrollar su mejor fútbol en su condición de veteranos.
El camino a Segunda ha comenzado, y lo ha hecho con una plantilla más equilibrada, un plan de juego ajustado al perfil de los futbolistas y una grada dispuesta a pasar página sin cobrar facturas a poco que el equipo responda.
