Podrá gustar más o menos (más bien estos últimos son la mayoría) que un club recién fundado empiece a escalar categorías comprando plazas al asumir la deuda de equipos en apuros históricos del fútbol provincial como el Crevillente o el Novelda.

Los dueños del flamante Intercity están en su legítimo derecho de competir en Alicante en Tercera con el objetivo de llegar al fútbol profesional y hacer negocio, pero patinan al pedir, de buenas maneras eso sí, jugar en el Rico Pérez.

Es una torpe osadía nada más plantearlo. Y un sinsentido. Ahora ya a muchos aficionados no les cae en gracia el Intercity por mucho que expliquen bien sus intenciones, ya lo califican de engendro que quiere suplantar al casi centenario Hércules que ahora agoniza en el pozo de la Segunda B.