El empate del domingo en el Martínez Valero, pese a ser un pleno pacto de no agresión que favoreció al Elche porque se colocó segundo en la tabla y al Hércules porque el eterno rival no le zarandeó más todavía, sacó a relucir de nuevo las carencias que ha arrastrado el club blanquiazul en la temporada que este domingo echa definitivamente el cierre.
Falta de gol
Los debes que deja el Hércules en esta 17/18 son muchos, pero el más flagrante es sin duda la alarmante falta de gol. No por ser un mal repetido del año anterior deja de ser preocupante. El conjunto blanquiazul sólo ha sido capaz de anotar 37 goles en 37 jornadas, una media de un gol por partido que recientemente solo es empeorada por la campaña 2010/11, en Primera División. La ausencia de un goleador sigue lastrando en exceso a un equipo que tampoco genera fácilmente ocasiones claras. Sin ir más lejos, el máximo goleador del equipo vuelve a ser esta temporada Chechu Flores por tercer año consecutivo. El domingo tuvo que ser Samuel, un defensa, el que nivelara un derbi que no mereció ganar ninguno de los dos. Poco antes del empate, el ariete David Torres tuvo la más clara del partido, pero su disparo se marchó desviado. Lleva un gol en 13 partidos de blanquiazul.
Errores atrás
Trece jornadas con la portería a cero es, a priori, una cifra a tener en cuenta, pero la sensación que deja defensivamente el Hércules tampoco ha sido la deseada. A falta de una jornada por disputarse, los blanquiazules son el segundo equipo menos goleado de todo el grupo III, sólo por detrás del líder Mallorca, pero la retahíla de errores individuales que encadenó el equipo durante la temporada le apartó de la pelea por la zona noble. Más aún si, como es sabido, al Hércules le cuesta un mundo arañar arriba. Un portero de garantías que pelee de verdad a Falcón la portería y la llegada de un central de garantías que acompañe a un Samuel más entonado se presumen, cuanto menos, vitales para volver a aspirar a todo la próxima 18/19. El gol recibido de Jony Ñíguez (de remate de córner) en el Martínez Valero pudo ser evitado fácilmente si Candela, la marca del jugador franjiverde, y Falcón, que se quedó a media salida, se hubieran entendido.
Sin medular
El paso del mediocentro canario David González por el Hércules fue tan efímero como significante. Apenas fueron tres meses, los últimos de la 14/15, pero su criterio en la medular a la hora de elegir a qué y a qué ritmo debía jugar el equipo todavía se echa en falta. Desde entonces han sido muchos los centrocampistas (Navarrete, Pepelu, Espinosa, Checa...) que han tratado sin éxito de manejar el Hércules. Del primer curso en Segunda B sólo queda en la medular el alicantino Miñano, que termina contrato en junio y que no encontró socio ni con el chileno Navarrete ni con el joven Pepelu, dos sonoros fracasos cuyas cesiones expiran a final de temporada. En el horizonte, la búsqueda de un faro que guíe al equipo; en la retaguardia, el anhelo del retorno de Sergio Mora, un viejo conocido que triunfa con el Getafe del alicantino Bordalás.
Recambios invisibles
Tan meritorio es dar con la tecla a la primera como encontrar solución cuando vienen mal dadas. El Hércules no sólo tropezó en septiembre, cuando no se consiguen los ascensos pero sí se encauzan, sino que no supo reaccionar tras el parón navideño. La dirección hizo un esfuerzo en el mercado invernal al fichar a José Fran y Paco Candela, dos valores de futuro que por el momento no han devuelto en juego la apuesta del club. Tampoco los entrenadores que cogieron el barco a mitad de trayecto supieron enderezar el rumbo de un proyecto que pide cambios a gritos. Trabajo y tiempo hay por delante. Y este año, sin el bloqueo institucional del pasado curso. El curso acaba, los deberes empiezan.
