Que iba a ser un derbi plácido se sabía desde que el Hércules renunció a pelear por algo en este tramo final de temporada, aunque no tanto como para que a falta de 45 minutos para el comienzo del partido dos aficionados blanquiazules, e indumentados de pies a cabeza, caminaran tranquilamente por los aledaños del Martínez Valero. «Esto antes no pasaba», aseguraba un compañero en las cabinas de prensa del estadio franjiverde. Visnjic admitió poco después que había faltado la típica trifulca de los derbis. «Mejor así», deslizó.

La verdad es que el derbi de ayer fue un choque de guante blanco, de pacto de no agresión, y que terminó sin decepcionar demasiado a ninguno de los dos equipos: unos no cavaban aún más su tumba en casa del eterno rival y a los otros el empate les valió incluso para colocarse segundos. Sólo 8.403 espectadores acudieron a un clásico deslucido (hace cinco años se rozaron los 20.000), pero no faltaron los recordatorios al vecino durante los 90 minutos. «El año que viene sin la Copa del Rey», se mofaban los ilicitanos. Un derbi es un derbi. Y así lo vivieron ambas aficiones (del Hércules acudieron unas 150 personas) porque en el césped, al margen de alguna jugada aislada, imperó la calma.

Tarde de homenajes

El Elche aprovechó el derbi para homenajear a su equipo femenino por el ascenso a Segunda División y al Club Voleibol Elche Viziusport, que, también, ha subido a la Superliga Femenina. Además, antes del encuentro, la peña «Pelucas Verdes» realizó un reconocimiento y entregó una placa a Nino por convertirse en el jugador que más veces ha vestido la camiseta franjiverde a lo largo de la historia del club ilicitano.