«Aún hay tiempo para todo». Éste es el mensaje de optimismo que mandan al Hércules actual varios de los protagonistas del último ascenso a Segunda División del club en 2005.

Aquella temporada, la 04/05, comenzó, igual que la actual, con altibajos y quemó al primer entrenador a mediados de noviembre. José Carlos Granero dejó el banquillo tras 12 jornadas y apareció Juan Carlos Mandía, previo paso de Javier Subirats como interino. La reacción costó en llegar, pero se produjo a mediados de febrero y no cesó hasta lograr el éxito. Aquel Hércules también estrenó el nuevo año con dudas y abrió el mes de febrero noveno, como lo es hoy el conjunto de Claudio. La distancia respecto a la cuarta plaza, también casi idéntica: tres puntos por los cuatro actuales.

«Yo veo bastante similitud entre aquel año y éste, entonces tampoco acabamos dentro de la promoción en la primera vuelta y la gente estaba acomodada, pero tras el parón cogimos confianza y acabamos como un tiro», asegura el lateral izquierdo Vicente Verdejo, aún en activo en el Villena de Preferente. Vicente culpa de aquel éxito en buena parte al cambio de entrenador: «Granero no funcionaba y el nuevo técnico fue un revulsivo, hizo que hubiese más competencia en la plantilla y jugábamos más sueltos, nos dio una nueva idea de juego».

Aquel Hércules llegó a los cuatro primeros puestos en marzo, en la jornada 26, y ya no volvió a salir de ahí. «Con resultados buenos el equipo se lo creyó, si llega a durar un poco más la temporada, terminamos primeros», confiesa un Vicente que lamenta que la entidad repita continuamente males del pasado: «Por desgracia se ve que es más de lo mismo de los últimos años, hay poca estabilidad y los que hemos estado ahí sabemos que no hay paciencia cuando los resultados no llegan».

Adolfo García del Pozo, Nano, uno de los héroes del ascenso contra el Alcalá, también comparte el discurso de Vicente: «El Hércules todavía depende de sí mismo, está a tiempo de todo». El ilicitano, que se tuvo que retirar después de aquel año por una lesión de rodilla con sólo 28 años, recuerda la gran presión de un club del nivel del Hércules: «Por historia debe estar arriba siempre en Segunda B, pero eso lleva a los jugadores a la ansiedad y a estar más presionados».

«Nuestro ascenso fue en gran parte gracias a Mandía, vino con aire fresco, nos quitó miedos y nos dio confianza y tranquilidad. Eso es lo que debe transmitir el entrenador. La dinámica que arrastrábamos del año anterior era muy mala y esa 04/05 iba por el mismo camino, deambulando sin rumbo», confiesa un Nano que asegura que a estas alturas no se puede descartar nada: «En febrero no se puede tirar la toalla, aún se está a tiempo de coger dos o tres resultados buenos y mirar arriba, hay muy buen equipo y se trata de insuflar la energía en el momento justo».

Además, Nano dio un voto de confianza al actual técnico blanquiazul, en el alambre tras una victoria en los últimos diez partidos: «Claudio sabe de esto y maneja la presión muy bien».

El partido del año cada semana

Para el defensa central Gustavo Belmar uno de los obstáculos más difíciles a los que se tuvo que enfrentar el equipo fue al propio nombre de la entidad: «Cada domingo era el partido del año para el rival porque ganar al Hércules en muchas ocasiones salvaba su temporada. Y a veces no nos daba. Algo así como lo que le pasa hoy a los de Claudio y también al Elche o al Mallorca».

Una vez superadas esas inseguridades, el equipo se recompuso y desde febrero sólo perdió tres partidos, uno de ellos estando ya matemáticamente dentro de la promoción.

Una de las grandes sensaciones de aquel curso fueron los jóvenes de 18 años Sisi y Miguel de las Cuevas. El primero, que llegó cedido por el Valencia y después jugaría en Primera con el Recreativo, el Valladolid y Osasuna, defiende hoy los colores del Tokushima Vortis japonés y llama a la calma al herculanismo: «La paciencia es fundamental porque el Hércules es un club grande y siempre quiere más».

Por su parte, Miguel de las Cuevas era la perla de la cantera blanquiazul que explotó en aquella campaña y comenzó a sonar para los equipos grandes. Hoy defiende a Osasuna por sexto año consecutivo. «Yo también veo parecido a aquel año, nosotros reaccionamos a tiempo y ellos también pueden hacerlo, pero deben ir partido a partido», cuenta el alicantino. «Marcarse objetivos a largo plazo termina afectando anímicamente», revela De las Cuevas.

Este domingo, el Hércules apura su penúltima bala para engancharse al tren del ascenso a Segunda ante el Ebro (17.00 en el Rico Pérez). Para quien sí será la última será para Claudio Barragán, cuyos números no permiten ni un sólo tropiezo más. Todo lo que no fuera ganar precipitaría su adiós.