Si Juan Carlos Ramírez hubiese podido fichar a varios jugadores tras el partido ante el Peralada, a buen seguro que uno de ellos, rencillas pasadas aparte, habría sido Claudio Barragán (Manises, 1964).

El máximo dirigente del Hércules reclamó el domingo tras sustituir a Siviero «jugadores que se dejen la sangre en el campo, guerreros que suden la camiseta», y un día después Claudio fue presentado. El ya técnico blanquiazul es un fiel reflejo del futbolista que fue: racial, luchador y muy trabajador. Un volantazo en la dirección de un equipo que necesita carácter para volver a convivir entre los puestos de privilegio tras un año y medio de penurias.

Su experiencia como entrenador comenzó a principios de la pasada década a las órdenes del modesto Alone de Guardamar, donde había matado el gusanillo como futbolista al borde de los cuarenta años. Después regresó al Elche, el club de su vida, donde ejerció de segundo entrenador con Josu Uribe, Julián Rubio, Luis García y David Vidal, al que suplió en el banquillo en 2008. Un año después fue cesado precisamente en el Rico Pérez tras perder 3-0 con un hat-trick de Delibasic.

Ascenso con la Ponferradina

Su mayor éxito en los banquillos llegaría en la 11/12 con la Ponferradina, a la que devolvió a Segunda tras tres eliminatorias de play-off. Tampoco fue menos la permanencia en la categoría de plata en los dos cursos siguientes.

En noviembre de 2014 firmó por un Cádiz que iba quinto en Segunda B y a ocho puntos del liderato y lo hizo campeón. Con el conjunto amarillo se cruzó con el Hércules de Manolo Herrero en una promoción de ascenso de infausto recuerdo para los blanquiazules por el arbitraje de Sánchez Laso. No obstante, caería derrotado en la siguiente y última eliminatoria contra el Bilbao Athletic. Su última experiencia fue con el Mirandés en Segunda, en el final de la primera vuelta de la pasada campaña, pero sólo duró cuatro partidos y el equipo terminó perdiendo la categoría. Hoy arranca su nuevo reto.

«El Litri», el socio de Bebeto

Claudio tocó la cima del fútbol a base de trabajo y como fiel escudero en la delantera del brillante Bebeto en el Superdépor de Arsenio. En Coruña fue campeón de Copa en la famosa final del diluvio del Bernabéu y se quedó a once metros de ser campeón de Liga.

Llegó a ser internacional con Javier Clemente, quien le apodó «El Litri» cuando le pilló toreando en medio del pasillo del hotel durante una concentración. Curiosamente su último partido con la selección fue en el Rico Pérez contra Chile, en septiembre de 1993.

Con 16 años, Pachín le dio la alternativa con el Levante y con 20 años debutó en Primera con el Elche, donde se convirtió en leyenda. Su primer gol en la máxima categoría lo hizo en un derbi contra el Hércules y fue partícipe de tres ascensos de los franjiverdes, uno a Primera y dos a Segunda.